El cadáver de Fernando A. P., de 53 años, fue encontrado ayer en avanzado estado de descomposición en su domicilio, un piso del número 45 de la avenida de la Hispanidad. Llevaba muerto entre ocho y diez días y falleció por causas naturales, según ha podido saber este periódico de fuentes cercanas al caso. Sin embargo vivía solo con un perro, que ha sido encontrado con vida a los pies de su amo, y recibía pocas visitas, lo que ha impedido descubrir el cadáver hasta ahora.

Los vecinos habían detectado su ausencia por el bloque hacía unos 20 días. "Nos preguntábamos unos a otros por él, pero nadie sabía nada. Solía sentarse con el perro ante una de las ventanas para mirar la calle, pero hacía días que no se asomaba. También olía mal en el rellano, pero él era muy dejado para su aseo personal y el de la casa, así es que eso no nos extrañó al principio", relató una vecina.

La vivienda tenía el agua cortada por impago, por lo que una vecina le suministraba periódicamente seis garrafas de agua con las que se apañaba algún tiempo. "Hacía muchos días que no venía a por ellas, y me parecía muy raro, pero era una persona muy solitaria y trataba con pocos vecinos, así que pensé que quizás se habría ido con un amigo con el que vivió aquí un tiempo", contó otra mujer.

"OLIA A MUERTO" Sin embargo, el hedor era ya "insoportable" el jueves. "Mi hermano me dijo que olía a muerto y decidimos hacer algo", cuenta su vecina más próxima. Tras varias indagaciones, contactaron con la familia, con la que apenas se relacionaba, aunque uno de sus hermanos sufragaba frecuentemente algunos de los gastos del piso a petición de la comunidad.

Los bomberos entraron ayer al domicilio por la ventana del baño sobre las doce de la mañana. El cadáver se encontraba desnudo y semisentado sobre la cama, bajo la cual permanecía inmóvil el perro, aún con vida pero casi agonizando por falta de agua y comida, explicó una persona cercana al caso. El animal fue conducido a la perrera municipal. "Es raro que en todos estos días no haya ladrado. Eso nos extrañaba más, pensábamos que si le hubiera pasado algo, el perro ladraría", señala la vecina.

Bomberos, policías, forense, agentes judiciales y de la funeraria tuvieron que usar doble mascarilla ante el intenso hedor que desprendía la vivienda, que aparecía sucia y desordenada. "No era mala persona, solo solitaria, aunque muchos vecinos le echaban la culpa de todo lo que ocurría en el bloque. Apenas comía y bebía mucho vino. Un amigo le traía a veces comida, pero nadie le visitaba. Era un pobrecito. Esto lo veía venir, le decía a mi marido muchas veces: "Este hombre va a morir solito".