Apenas tiene setenta metros pero se ha convertido en el gran corredor de los turistas hacia la plaza Mayor y la Ciudad Monumental. Por ella pasan todos los visitantes que aparcan en Obispo Galarza y que llegan en autobús, es decir, la gran mayoría. Desconchones, pintadas, cables y locales abandonados reciben a los viajeros dispuestos a ver el tercer conjunto monumental de Europa. Triste antesala la que ofrece la calle Paneras, tan importante ahora como lo fue hace seis siglos, cuando ya servía de límite a la Judería Nueva. Comerciantes de raza conservan hoy el sabor de la calle, se sienten orgullosos de tener su negocio en la puerta turística de Cáceres, pero echan de menos la vida de antaño y un poco más de atención a las infraestructuras de esta vía.

Muchas fachadas se encuentran en mal estado, especialmente desde la calle De la Cruz a Pintores, donde no queda un solo comercio abierto en la fila de los pares. Los locales clausurados tienen las puertas y ventanas sucias, empapeladas, pintadas... Ofrecen una imagen desoladora. A ello se une la dejadez del inmueble de la Fundación Valhondo, que hace esquina con la plaza Mayor. En los impares, la pared de un hotel requiere una mano de pintura.

No hay buena iluminación, por las noches son los escaparates los que dan la principal luz a la calle según explican los pequeños empresarios de la zona. También se quejan de los desperfectos en el pavimento, que ya se ha levantado varias veces en los últimos años por distintas obras y no se remata como es debido. El tramo de granito más antiguo permanece encharcado horas y horas cada vez que se riega. Eso sí, el baldeo de Paneras se realiza de forma frecuente porque, por un lado, la calle sirve de paso a los locales nocturnos de la plaza y muchos desaprensivos miccionan en la vía pública; y por otro, los excrementos de los perros tienen una presencia demasiado continua.

FIDEL, EL SANATORIO, KARPU... / Paneras tuvo bastante más vida hasta hace unos años. Algunos de los comerciantes actuales todavía recuerdan la taberna de María Solana o el bar de Parrita, luego bar Montánchez. El más conocido fue sin duda El Sanatorio, con aquellos calamares que sabían a gloria en los años 70 y un cartel que se hizo famoso: «Por más vueltas que doy, al Sanatorio siempre voy». La tienda del Siglo estaba en todo su esplendor en la esquina de Paneras con Moret, y justo enfrente se situaba la farmacia de Primitivo Torres. Más abajo, la barbería de Fidel, la zapatería Karpu, la farmacia de Martín Javato... Los coches pasaban por medio de Paneras cuando media provincia cacereña hacía sus compras entre Pintores y Moret. Luego se peatonalizó, incluso llegó el botellón que se movía entre los bares El Puntazo y Montánchez hasta 2003.

Ana Esther Novias ha echado el cierre en los últimos años, antes lo hizo joyería Barriuso, Pekes... Hoy, una decena de negocios siguen con su actividad en esta calle, como la tapería Los Ibéricos, otro local de productos extremeños del mismo nombre, Mármoles Vivas, la tienda de moda Cinco Sentidos, Artesanía Lues, Tienda Vaquera Sol, la veterana Mercería Maeva y la Joyería Rubio. En el primer tramo, entre Moret y De la Cruz, también hay varios pisos y apartamentos habitados.

HABLAN LOS EMPRESARIOS / Jesús María Vivas y Emilio Antonio Tostado trabajan en el negocio más veterano de Paneras, Mármoles Vivas, creado en 1917 y por tanto en pleno año de su centenario. El abuelo de Jesús fundó la empresa y el padre de Emilio trabajó toda su vida en ella. Ambos son la memoria de Paneras. «Esta calle funcionaba extraordinariamente pero ha decaído por la crisis, que ha afectado a toda la zona. Es difícil mantener los negocios y montarlos nuevos», explican. Ellos nunca se han planteado cambiar de ubicación. Ahora ven pasar cada día por su puerta a cientos de turistas. «Ojalá se consiguiera que estuvieran más tiempo en la ciudad, sería un verdadero beneficio para muchos negocios», señalan.

La Joyería Rubio lleva medio siglo abierta. Es un negocio con raigambre en Paneras, siempre impoluto y brillante en contraste con la umbría del tramo que ocupa, ya que se trata del único local abierto entre la calle De la Cruz y la plaza Mayor. «Ahora mismo acaban de pasar dos excursiones», afirman los hermanos Arturo y Eleuterio Rubio, destacando la ubicación estratégica de esta calle. «Los turistas gastan en los locales de hostelería y en ciertos productos típicos, tampoco más, pero esos negocios sí pueden funcionar en la zona», relatan. «Lo que ocurre es que el casco viejo ha entrado en general en decadencia por la crisis, también porque hoy día existen otras tendencias de compra», analizan.

Lo que sí lamentan los hermanos Rubio es la cantidad de excrementos caninos y de orines de quienes se divierten en la zona los fines de semana. Lo hacen sobre todo en una especie de callejón sin salida que hay en medio de Paneras. «Nos apena que pasen los turistas comentando el mal olor, pero es cierto que en cuanto llamamos a los servicios de limpieza, vienen», afirman.

Por ello, el baldeo se hace reiterado y el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica también ha eliminado los graffitis, que reaparecen con una rapidez desesperante.

Mariví Márquez regenta la tapería Los Ibéricos desde hace tres años, pero lleva 23 en Paneras con otro negocio familiar. «Veo la calle triste porque los locales de abajo están cerrados y el arco no tiene el mejor aspecto. En cambio, la afluencia del público es mucha, el 90% del turismo que llega a la ciudad pasa por aquí, entran en las tiendas, picotean... Se necesita un cambio de look en Paneras, quitar las pintadas, limpiar la calle, está un poco dejada», comenta.

Antonio de la Montaña es propietario de Los Ibéricos, tienda de charcutería que lleva más de dos décadas deleitando los sentidos en Paneras, muy frecuentada por turistas y cacereños. «Creo que la policía debería pasar con más frecuencia, y habría que mejorar la iluminación, de noche se ve poco, si no fuera por las luces de las tiendas...», matiza.

Carlos y Cristina, de la tienda Cinco Sentidos, también se muestran «encantados» con la calle. «Es pequeña, pero a diario pasa mucha gente de fuera, por eso resulta de vital importancia conservarla en buen estado, es la antesala a la plaza. Si abrieran los locales cerrados en el tramo final, Paneras cambiaría mucho», indican.