Fiambres y quesos, verduras encurtidas, ensaladas, dulces, vino... Podría tratarse de cualquier celebración, pero la sede de la asociación Puente de San Francisco se engalanó esta semana para conmemorar el día grande de Rumanía, su fiesta nacional. "Es la primera vez que lo celebramos, y queremos hacerlo todos los años", advertía Rodica Ana Oniga que preside la recién constituida Asociación de Rumanos en Cáceres, una nacionalidad de la que hay 194 personas censadas en la ciudad.

Rodica Ana Oniga llegó a España hace nueve años, se enamoró en Cáceres cuatro meses después y se quedó. "Aquí me siento como en casa y hace menos frío", bromea, aunque reconoce que en ocasiones le llega la nostalgia. "Echo de menos ir al pueblo a ver a mi abuela", dice. Y también algunos productos típicos de la gastronomía rumana, como los embutidos ahumados que hasta hace poco solo encontraba en algunos supermercados especializados de Madrid. "Ahora tenemos algunos en la carnicería de mi marido", cuenta.

Precisamente esos productos protagonizaron el encuentro con el que el 1 de diciembre el colectivo de rumanos de la ciudad celebraron el Ziua Unirial, como se conoce el día de la fiesta nacional, que recuerda aquel 1 de diciembre de 1918 en el que la Asamblea Nacional de los Rumanos de Transilvania, Banat y Hungría, reunidos en la ciudad Alba Julia (capital cultural del país), decidió unificar el territorio.

Fiesta en la calle

Cada 1 de diciembre la capital del país, Bucarest, alberga una parada militar y por todas las ciudades se repiten los festejos, festivales de teatro y todo tipo de actividades lúdicas en las calles. "Hace mucho más frío que aquí, pero aún así la gente sale a la calle a celebrarlo", recuerda Oniga. "Se come y se bebe y hay actividades en las que sueltan un pato o un cerdo, que se queda quien lo encuentra", añade Constantin Manea, que abandonó su Rumanía siendo un adolescente, hace más de 8 años.

Por eso en Cáceres, a 4.000 kilómetros, no podían dejar de celebrarlo. Y para ello adornaron el salón social con la bandera de su país y fotografías de algunos de los monumentos más representativos: el palacio de la Victoria, que es la sede del Primer Ministro de Rumanía y su gabinete; el castillo de Peles, castillo de la monarquía rumana o el castillo de Bran, residencia Vlad Draculea, que se conoce en todo el mundo por ser quien inspiró la creación del personaje de Drácula.

Por el equipo de música sonaban algunas canciones representativas del panorama musical y el folclore del país, y en las mesas había algunos de los platos tradicionales, como los huevos rellenos de pechuga de pollo, los embutidos y quesos ahumados --típicos porque aguantan mejor los gélidos inviernos del país-- la ensalada de huevas de pescado y la ensalada de Böef, similar a la ensaladilla rusa, aunque con pollo, pimienta negra y mayonesa aderezada con mostaza. Además había botellas de vino, que beben con gaseosa en cualquier época del año, y también de otro tipo que toman caliente, con canela y azúcar.

Durante esas horas, el puente de San Francisco permitió reducir los 4.000 kilómetros de distancia al corazón de Rumanía..