Pues dicen.... Expresión perteneciente al campo de lo indefinido y lo relativo. Se emplea como tantas otras para curarse en salud y evitar las categorizaciones. El cacereño se escuda en la indeterminación para huir del compromiso empleando el pues dicen , que no compromete a nada y permite escudarse en los demás y escurrir el bulto. Además, el pues dicen sugiere un no sé qué misterioso de confidencialidad y secretismo que en la ciudad feliz gusta mucho. Esta expresión se emplea incluso en los casos en que lo afirmado está demostrado y es científico. Así, se anuncia oficialmente que actúa la Pantoja en el Auditorio e incluso ya están pegados los carteles, y las gentes comentan: "Pues dicen que va a actuar la Pantoja". Se demuestra científicamente que las nueces son beneficiosas para la salud y se apunta: "Pues dicen que las nueces son buenas para el colesterol". Se pasea por la calle con bufanda, gorro y guantes y aún así se relativiza: "Pues dicen que hace como frío".

Coger por la puerta

Quedar. Verbo que se emplea de manera incorrecta en la ciudad feliz , donde es frecuente incurrir en el vulgarismo de usar quedar en lugar de dejar. Así, se dice: "La noticia me ha quedado de piedra... Me he quedado el dinero en casa", en vez de me ha dejado de piedra, me he dejado el dinero, que sería lo propio. Otro verbo que se usa en como vulgarismo es coger. Se emplea sustituyendo a caber. Ejemplos: "En el Gran Teatro no cogía más público... Como sigas engordando no vas a coger por la puerta... Miguelito ya no coge en la cuna...". Lo correcto sería: "No cabía más público... No vas a caber por la puerta... Ya no cabe en la cuna...".

Ridiculino. En la ciudad feliz las excentricidades nunca han tenido buena prensa. La formalidad ha sido siempre uno de los valores ciudadanos más fomentados y valorados. Por ello, lo llamativo, lo ultramoderno, lo excesivo se entiende que está fuera de lugar y existe un adjetivo demoledor que coloca en su sitio tanto a quienes se pasan de rompedores como a quienes se quedan en un minimalismo de petimetres o de lo que en la provincia se conoce como señoritas de pan pringado. Ese adjetivo es ridiculino, o sea, afectado, ramplón, ordinario y adefesio.

Salaíno. Dícese de quien no es ni chicha ni limoná , es decir, un híbrido, un anfibio de la estética, algo indefinido e inclasificable: ni alto ni bajo, ni guapo ni feo, ni simpático ni serio... O sea, salaíno.

Tener buena pinta. Expresión cacereña para referirse a la elegancia, la óptima presencia y la prestancia. Pero tener buena pinta es más que ser elegante. "¡Huy, qué buena pinta tiene!" significa que estamos ante una persona desenvuelta, educada, estilosa, agradable, bien vestida, bien alimentada... Lo contrario de tener buena pinta es tener una pintina.