Cuando tenía 15 años, Laura Pascual formaba parte de un grupo en el que tocaba la guitarra con otras cinco chicas. Pasados unos años, abandonó ese estilo de música y se sumergió en el mundo del hip- hop cacereño, donde conoció a Keishal, La última palabra, Impakto, RMD, Snak y Osma, con quienes presentó en enero su primer disco, Niña , una mezcla de soul , rnb y rap.

Su afición por la música les llevó a recorrer varios locales en los que poder ensayar, desde la propia casa de la rapera, hasta el espacio de alquiler de la Charca Musia, donde finalmente se asentaron. "Tuvimos un local donde el alquiler superaba los 300 euros", recuerda Rodrigo (RMD). "Pero ahora pagamos de 100 a 200 euros", aclara la cantante extremeña.

Conformes con la preparación del local, se quejan de las pocas oportunidades que oferta su ciudad: "Dos locales para que ensayen seis grupos no son suficientes. Es difícil establecer turnos". Toque de queda: 23.00 horas. A partir de ese momento, Laura y los demás grupos que comparten esos espacios deben dejar a un lado los micros y las mesas de mezcla, pues para convivir en comunidad "hay que cumplir con las normas establecidas".

Laura es consciente de la inferioridad numérica femenina en el terreno del rap, y aunque está cómoda entre sus amigos, reconoce ciertas desigualdades: "Si haces las cosas bien, recibes más alabanzas que un chico; pero si las haces mal, las críticas también son mayores", declara la cantante. Próximamente dejará aparcados sus proyectos musicales, pues se lanzará a la aventura de ser mamá. "El próximo concierto que tenemos va a ser el de ésta", dice sonriente mientras señala su incipiente barriga. Sus mejores esperanzas para la creación de espacios que impulsen la música.