Los oficiales de las SS lo llamaban Rompehuesos. Era el campo matriz de cuantos se instalaron en la Austria ocupada por Hitler. En 1938, el jerarca del Tercer Reich Heinrich Himmler construyó un campo de concentración junto a un pequeño pueblo de la Austria recién anexionada. El dirigente nazi se había fijado en las productivas canteras de granito de la zona y pretendía explotar a los prisioneros haciendo que trabajaran en ellas. Las piedras debían servir para pavimentar las calles de Viena y embellecer la cercana ciudad de Linz, situada a menos de 100 kilómetros de la localidad natal del Führer.

Con una de las tasas de mortalidad más altas de los campos de concentración del III Reich, a Mauthausen llegaron más de 7.000 presos españoles en 1940, el 65% de ellos murieron. 299 eran extremeños de 120 localidades de la región. Fallecieron 202. Extremeños, como usted, que perdieron la vida en nombre del horror del holocausto.

Es un ejercicio justo el que acaba de poner en práctica con matrícula de honor el Centro de Educación para Personas Adultas de Cáceres en una escalofriante exposición que lucirá hasta el 25 de mayo y que sirve para rendir homenaje y rescatar la memoria de los olvidados. ‘Republicanos españoles en los campos nazis’ se inauguró ayer en presencia del vicepresidente de la Asamblea, José Andrés Mendo, y de responsables educativos (no faltó el experto profesor José Hinojosa, miembro de la Amical de Mauthausen y otros campos y de todas las víctimas del nazismo en España). Recordar y honrar es un deber ineludible para abrir paso a la reflexión. Esta muestra, sin duda, lo consigue.