Nació en 1936, fue jugador de baloncesto en primera nacional y presidente de la federación cacereña durante 22 años. También recibió la Medalla al Mérito Deportivo y el Emblema de Oro de la federación española. Alternaba la canasta con el colegio Damas Apostólicas, donde trabajó 36 años como maestro. Pero el gran salto en la vida de Teodoro Casado llegó en 1983, cuando entró como edil de la oposición en el ayuntamiento por Alianza Popular, junto a Saponi, su gran amigo.

Desde la victoria del PP en 1995 ha sido concejal de Personal y Régimen Interior, de Patrimonio y Contratación, y, actualmente, de Festejos y Seguridad Ciudadana. Ahora se retira porque siente que le ha llegado el momento. Aún así, ocupa el puesto 24 de la lista popular de forma simbólica.

¿Se va voluntariamente?

--Sí. El alcalde quería que continuara, pero llevo 20 años, cinco legislaturas y un trasplante de corazón. Así se lo comuniqué a José María Saponi hace dos meses. Ha llegado el momento de descansar y de agradecer enormemente la confianza al alcalde, al PP y a Cáceres. Me voy con pena; me he sentido muy querido.

¿Qué le ha quedado especialmente por hacer?

--Me hubiera gustado crear un centro de ocio en el ferial similar a un parque temático, con atracciones, establecimientos y zonas de esparcimiento donde pudieran divertirse mayores, jóvenes y niños. Cuando los veo en otras ciudades me da envidia.

¿Su mayor satisfacción?

--Varias. Recuerdo especialmente la subida a la liga ACB del Cáceres, y en general momentos como la feria, en la caseta municipal, donde me lo he pasado pipa pese al trabajo.

¿Y el peor trago?

--Los toros, aunque parezca mentira. Sufro cada vez que tenemos que elaborar los carteles taurinos, porque todo el mundo quiere las mejores figuras con entradas baratas. Lo paso mal.

¿Su mejor compañero en el tren de la política?

--Muchos, aunque especialmente Saponi. Tengo hermanas pero no hermanos, y él ocupa ese lugar. Lo digo ahora que me voy, ahora que no tengo que regalar el oído a nadie. Le echaré de menos, pero Saponi me tendrá a su lado cuando lo precise.

¿Qué área municipal volvería a dirigir sin dudarlo?

--La Concejalía de Festejos, pese al trabajo que exige. Resulta muy difícil dar gusto a todos.

¿Echará de menos esas tardes de conciertos, bailes, toros, Womad, San Jorge o la patrona como concejal de Festejos? Porque ahí sí que hay que dedicar horas...

--No tendré nostalgia porque seguiré disfrutando del Womad, la feria, los toros y los conciertos. Me sacaré mis entradas tan a gusto y no tendré responsabilidades.

Y hablando de entradas... Sus mayores enfados llegaban con los compromisos institucionales de reparto de invitaciones para los espectáculos. ¿Es para tanto?

--Sí. El protocolo aumenta y las entradas son las mismas. Además, la gente viene al ayuntamiento a pedir pases porque deben pensar que los regalamos. Son días terribles.

¿Qué ocurrirá en adelante con el ´botellón´?

--Me gustaría que llegara a su fin, que los jóvenes disfruten de un ferial acondicionado para el ocio, sin necesidad de beber. Siempre he tratado a la juventud en mi trabajo y mi tiempo libre, y son muy buena gente, por eso me crispan tanto los incidentes de unos pocos en la movida y la imagen que proyecta Cáceres.

El trasplante le cambió en muchos aspectos...

--Desde el 24 de noviembre de 1999 me permitió rehacer mi vida, volver a la normalidad, aunque estoy mediatizado por la dieta y los cuidados. No soy muy rezador , pero cuando lo hago es para acordarme de quien me dio el corazón; debía ser una persona muy noble. La vida es ingrata.

¿Y ahora qué?

--Ahora todo. Le voy a dedicar más tiempo a mi mujer, que lo merece por su paciencia, también a mi nieta, a mis amigos, a mi familia. Haré lo que no he podido en 20 años.