No se sienten distintos y tienen claro que quieren servir a los demás. Aunque parezca un milagro en estos tiempos, Samuel Pérez, de 27 años, y David Flores, de 21, se preparan para ser sacerdotes. Samuel pasó diez años en una congregación de Granada y, tras un año de reflexión, ha decidido trasladarse a Cáceres para completar sus estudios. Aún le quedan cuatro años antes de ser ordenado sacerdote. "Afronto esta etapa con mucha ilusión", explica, asegurando que su objetivo "es servir a la diócesis". Compara su vocación con la de otro joven que se enamora de una chica. "Yo me enamoré de Jesucristo", subraya.

La vida en el seminario se reparte entre el estudio y la oración. Samuel y David dedican también parte de su tiempo a las catequesis en la parroquia San Juan Macías de la Mejostilla. Su ocio, el deporte y el cine.

David, que nació en San Martín de Trevejo, es el más veterano del seminario. Lleva nueve años y le quedan tres cursos. Se imagina en una parroquia y sigue yéndose a cenar con sus amigos de siempre. Asegura que hay pocas vocaciones porque los jóvenes no están dispuestos a afrontar "todo lo que suponga sacrificio y esfuerzo", unido al ambiente "menos cristiano en las familias". Son un ejemplo para todos los que vengan detrás.