"No somos pobrecitos en sillas de ruedas, sino personas normales con muchas capacidades", dice Manuel Mena. El, tetrapléjico desde una fatal zambullida en Torremolinos hace 20 años --"aunque no tengo nada que ver con el de Mar adentro porque yo quiero vivir"--, es un ejemplo de ello. Pinta con la boca y vende su obra a través de la asociación internacional.

Discapacitados artistas y artesanos como él hay muchos en el Centro de Atención de Minusválidos Físicos de Alcuéscar (CAMF), dependiente del Imserso. Así lo puso de manifiesto la exposición de trabajos realizados por los residentes que se instaló un año más en el paseo de Cánovas, dentro de la semana de actividades que el centro organiza por el Día de Extremadura. Los cacereños pudieron admirar piezas decoradas en vidrio, macramé, trabajos en estaño o carey, bordados, encuadernados o pinturas.

"No es tan importante lo que hacen sino cómo lo hacen", explicó el nuevo director del centro, Isidro Moreno. Trasladar a los cacereños el esfuerzo, la sensibilidad y la motivación que tienen estas personas, la mayoría grandes dependientes, es uno de los fines de esta pequeña exposición anual. "No queremos despertar lástima o compasión, sino enseñar que somos normales, que podemos hacer casi de todo aunque necesitemos alguna ayuda y abrirle los ojos a la sociedad", insiste Mena.

Pincel terapéutico

Luis Fernando Sánchez, de 40 años y con parálisis cerebral, y Pilar Porras también descubrieron su faceta artística en el centro. El pinta con la mano y ella con la boca. Cogieron por primera vez el pincel como parte de la terapia, aunque ahora es la "vía de expresión".

Los tres sirvieron ayer de ejemplo para ilustrar las capacidades de sus compañeros del centro de Alcuéscar, más de cien, y hablaron en su nombre de la necesidad de que la sociedad se acerque más a la realidad del discapacitado.