Emilia Rodríguez también es veterana. Abrió su tienda de ropa de mujer y complementos, Onice, hace 27 años. Desde entonces, la galería ha cambiado por completo. "Nos hemos gastado un dinero en arreglarla. El año pasado remodelamos el aire acondicionado y pintamos las paredes", apunta Emilia, que recuerda también como hace años se habilitó el ascensor "para que llegase desde el párking hasta la planta de arriba". Independientemente de que su negocio esté dentro o fuera de una galería comercial, el principal inconveniente que halla es que los cacereños se van fuera a comprar. "Necesitamos que la gente deje de irse a Badajoz y a Madrid y nos ayuden un poquito. Deberíamos abrir los sábados por la tarde pero yo lo he intentado durante algún tiempo y es inviable. Incluso por la mañana han decaído mucho las ventas", dice.