A los 6 años ya hacía trucos de magia a sus amigos y a los 16, empezó a tomárselo en serio, tanto que quiso dar a conocer la magia a todo el mundo y hace ya 25 años que organiza festivales para ello. Paulino Gil recala ahora en Cáceres con su nuevo espectáculo El sueño de una noche de Leonardo (hoy, a las 20.30, en el Capitol), que ha llevado ya a Coimbra, Salamanca, Burgos, Valencia...

--¿Qué es El sueño de una noche de Leonardo ?

--Es algo diferente, un espectáculo no solo de magia, sino mágico. Leonardo, creado en colaboración de Luis de Matos, es un personaje que se comunica a través de gestos, por lo que tiene un gran componente teatral. La magia está dentro de una historia.

--¿Qué sensaciones espera despertar en el público?

--Quiero que la gente se sorprenda y se ilusione, que crean que la magia existe, que es mi lema, porque crear ilusión en este mundo tan materialista no es fácil, así que trato de transmitir un mensaje de honestidad y solidaridad.

--¿Son más difíciles de convencer los niños o los adultos?

--Los dos por igual, aunque los niños son más honestos y no puedes decepcionarles porque se levantan y se van.

--¿Cuál es su mejor truco?

--Eso lo debe decidir el público, yo les tengo cariño a todos.

--¿Vive la magia un momento ilusionante?

--Sí, ahora la magia está de moda. La gente tiene cada vez más interés por este arte y están proliferando los programas y espectáculos, antes ni siquiera llegaba a los teatros.

--¿Y ha evolucionado más allá de la chistera, las cartas, los conejos y las palomas?

--La magia está en constante evolución y nosotros nos nutrimos también de las nuevas tecnologías, aunque a la gente también les gusta lo clásico. Pero la innovación pueden ser muchas cosas, como en el caso de Leonardo es el hecho de que se comunique con gestos. Lo bueno de Leonardo es que no va de mago, sino que es un personaje mágico.

--¿Un mago lo es también fuera del escenario?

--Es una persona normal y a la hora de interpretar, interpreta, pero un poco también se es mago las 24 horas del día, porque se tiene una sensibilidad y una forma de ver la vida algo diferente.