Algunos de los mantos de la patrona no pueden lucirse en el interior del santuario porque son demasiado grandes e impiden que pueda cerrarse la puerta del camarín. Esto sucede, sobre todo, con los más antiguos, como el que le regaló la ciudad de Cáceres, el que luce durante el Besamanto en Santa María o el de color azul que lleva en la procesión de subida.

Para evitar esta limitación, la camarera y las responsables de ornato han preferido realizar un patrón de los mantos con las medidas exactas que deben tener. Actualmente, todo aquel que desee ofrecer a la patrona un manto nuevo debe pedir estas medidas primero. Por eso, los últimos que posee miden exactamente lo mismo, lo que permite que puedan lucirse en cualquier sitio, tanto en el santuario como fuera de él.