Mi amigo Miguel me ha ragalado un tirador. Made in Pirámide. Resulta que junto a Aureliano y parte de la parentela pasa los domingos en el campo. En la falda de la Montaña, pues son de Cáceres de toda la vida y para uno que es de Cáceres de toda la vida disponer de una casa en la Montaña es el desideratum . Ocupan su tiempo de mil maneras, entre las que se cuenta la de pasear para rebajar el colesterol. Amén de ejercitarse llevan los ojos bien abiertos para detectar ramas de las que pueda salir un bastón que proporcione tanto apoyo como un Cirineo cualquiera y horcas para fabricar un tirador como los de antaño. Tras permanecer en el agua un tiempo, la madera está dispuesta para ser moldeada y acompañarla de sus correspondientes gomas y badana. Digo yo que en estos tiempos los tiradores deberían tener mira telescópica y visor para la oscuridad. Se ve que no han estado atentos a las armas estadounidenses.

Naturalmente lo tengo escondido pues si se enteran Bush y Aznar pueden acusarme de posesión de armas de destrucción masiva. Claro que mucho más temor tengo a Chema Corrales y la culpa es mía, pues cuando le tuve de alumno en lugar de enseñarle a manejar el tirador le enseñé filosofía y, como era muy aplicado, se ha dedicado a pensar, con lo malo que es eso, y ha llegado a la conclusión de que hay que proteger a la fauna, entre otras cosas. O sea, que no me permitiría matar gorriatos o kicas y romper bombillas. Quizá no haga falta que lo prohíba pues cada vez hay menos gorriatos, los kicas han desaparecido y las actuales farolas están muy altas. Un día de éstos he de quedar con Pablo, que dispone de un tirador semejante al mío, para rememorar aquellos tiempos tan felices.