Elena Avila es la primera mujer conversa al islam de Extremadura, al menos es lo que ella cree. Nació en Zaragoza y llegó a Cáceres hace 25 años con sus padres y trabaja como enfermera en el hospital San Pedro. Desde hace un año profesa la fe musulmana, una decisión que le ha cambiado la vida y que aún no ha encajado su familia, según explica en esta entrevista. Viste vaqueros y una camisa larga y sobre los hombros descansa su hiyab (pañuelo islámico). La presión social coarta aún su deseo de llevar siempre la cabeza cubierta en público, pero sí se lo pone para ir a la mezquita, de la que ha sido promotora.

--¿Cómo llega una mujer occidental al islam?

--Siempre he sido muy creyente y religiosa. Era católica, pero estudiaba otras religiones y no me llenaba ninguna, y la Iglesia católica aún menos. Un día decidí estudiar árabe y empecé a comprender el Corán. Vi que decía muchas verdades; me impresionó y me dejé llevar. Creo que todas las personas necesitan un encuentro con Dios.

--¿Qué es ser musulmán?

--Estar sometido a Dios, en todo, en cada detalle de tu vida.

--¿Y en el día a día?

--Desde que te levantas es un recordatorio constante de Alá y todo lo haces para agradar al creador. Cuando llegan las horas de rezar, rezas. Si me coincide con que estoy en el hospital, me espero a llegar a casa porque allí no hay un lugar apropiado para rezar ni puedo interrumpir el trabajo. El Corán te facilita las cosas. Te permite retrasar la oración y a las mujeres, por ejemplo, las excusa de rezar o ayunar durante la menstruación.

--¿La decisión ha sido aceptada en su familia y en el trabajo?

--No, y no está siendo nada fácil. El año pasado todo se me puso cuesta arriba. Fui a Marruecos para aprender más del islam y allí dije la shahada (profesión de fe). Mi regreso coincidió con el Ramadán y empecé a ayunar. Mi familia no lo aceptó. Mis hijas van asumiéndolo, pero mis padres no. En el trabajo no he tenido problemas. Soporto algunos chistes sobre el Ramadán o los saludos islámicos, pero nada más. En general, la gente no lo entiende. Se piensa que soy una excéntrica o que estoy aburrida.

--¿Por qué cree que ocurre?

--Por la mala fama que tienen los musulmanes y las noticias que se dan sobre ellos. Se iguala islam con terrorismo y machismo, y no es así. Se cree que las mujeres nos ponemos el hijab porque nos obligan los hombres, pero es mentira, al menos no todas. Yo estoy deseando ponérmelo, incluso en el trabajo, pero solo lo llevo cuando voy a la mezquita. El otro día unos niños me dijeron: "Mira, Al-qaeda". Hay que introducir las cosas poco a poco.

--Está casada con un marroquí musulmán. ¿Ha tenido eso algo que ver con su decisión?

--Yo ya era musulmana cuando le conocí y quería formar una familia islámica porque tiene unos valores que se están perdiendo en otras familias. Mi separación anterior sí tuvo algo que ver con mi deseo de hacerme musulmana, esto nos distanció bastante.

--¿Cómo educa a sus hijas?

--He aprendido del Corán que la religión no es coacción. Ellas son católicas y decidirán si quieren seguir siéndolo o no. Yo intento educarlas para que sean buenas personas, sinceras con sus creencias y sus valores. Los musulmanes nunca imponemos; esto es una elección porque no sólo es religión sino un modo de vida.

--¿En qué ha cambiado la suya?

--Sigo siendo la misma, pero ya no bebo alcohol, no como cerdo, he dejado casi de fumar y no me visto igual. Las musulmanas somos más recatadas, pero no por imposición sino por convencimiento. Cuando conocí a mi pareja ya me vestía así. Para mí, es importante que se me identifique como musulmana y que me respeten como tal. El Corán dice que las mujeres no deben ir enseñando sus atributos y creo que tiene razón. ¿Por qué me tiene que ver un albañil de la calle la barriga? Esta ropa es muy cómoda y me siento atractiva y femenina. Ya no tengo que gastarme 50 o 100 euros al mes en ropa; con algo sencillo me veo guapa. Yo he sentido una gran liberación como mujer, aunque por la calle me llaman mora.

--La imagen que se tiene del trato a la mujer en el mundo árabe es que está sometida al hombre y no tiene derechos.

--Se confunde la cultura o costumbre de un pueblo con el islam. En España hay más machismo que en algunos países árabes. La ablación del clítoris, por ejemplo, es algo cultural y no religioso, y en el islam es pecado. Uno de los motivos por el que la mujer puede divorciarse es que el marido no cumpla sexualmente. La mujer tiene derecho a disfrutar de su sexualidad. Puede trabajar, pero no está obligada a mantener a la familia. Esa obligación sí es de los hombres. El islam concedió derechos a la mujer antes que otras religiones.

--¿Conoce al detalle el Corán?

--Estoy en ello. Es un aprendizaje diario y para toda la vida. Me lo había leído antes en castellano y me pareció aburrido, hasta que empecé a recitarlo en árabe.

--¿Qué ha encontrado en el islam que no haya en el catolicismo?

--La facilidad de creencia. Me di cuenta de que ya no tenía que creer en dogmas estrictos y misteriosos, como la Trinidad, y fue liberador. Se me quitó la esquizofrenia de tener que elegir a qué santo o qué Virgen rezar. También, más facilidad de ritos, solo tenemos el Ramadán, el sacrificio del cordero, las 5 oraciones diarias e ir a la Meca si puedes.

--Los atentados integristas han desencadenado un miedo a lo islámico. ¿Es justificado?

--Sí, pero eso se debe a que la prensa culpa de ellos a los árabes musulmanes. Es como si a todos los españoles nos identificaran con ETA. Al-Qaeda, otros terroristas o fanáticos no representan a los 1.500 millones de musulmanes. Yo quise saber qué relación tenía el 11-S con el islam y busqué información. Concluí que no había ninguna. En esta confrontación hay intereses políticos y económicos; nada que ver con la religión.

--El temor a ofender ha llevado a modificar fiestas de moros y cristianos . ¿Debe cambiar Cáceres la de San Jorge?

--Mis hermanos musulmanes se visten de moros en ella. Es absurdo tocar la fiesta cacereña de la reconquista. Eso ocurrió de verdad y es Historia. Hay mucha islamofobia. Se piensa que somos unos intolerantes y se acaba rizando el rizo.

--¿Peregrinará a la Meca?

--Por supuesto, en cuanto pueda. Me hace mucha ilusión.