Eliodoro Bernáldez y Mercedes llegaron a Cáceres procedentes de Piedras Albas y se instalaron en la calle Parras. Uno de sus hijos, Elpidio, estudió en La Montaña, con don Isidro, don Gabriel y don Lorenzo. Otro de sus hijos, Leo, también estudió en La Montaña, pero luego hizo el bachiller en el Padu, cuando el Padu estaba en La Conce, con don Florencio y la señorita Carmen. Don Antonio Cuadrado lo preparó de Ingreso.

Elpidio nació para sastre. De pequeño jugaba con dedales y bobinas, así que a los 14 años empezó a trabajar en la confección de trajes de caballero. Influenciado por su hermana Petri, Elpidio probó suerte con la ropa de señora. Se establecieron en la calle Parras hasta que Elpidio se casó y montó su taller, primero en Clavellinas y después en Gil Cordero.

Elpidio despertó en su hermano Leo la afición por la costura. Así que el aventurero Leo marchó a Madrid cinco años para aprender el oficio. Estuvo en casas de alta costura, con modelos profesionales, donde cosió y practicó en telas sobre maniquís como hacían los modistos parisinos.

Los hermanos Bernáldez podrían haber llegado a las grandes pasarelas de la moda, pero su sueño era quedarse en Cáceres, su ciudad, para hacer de ella una referencia. Lo consiguieron. Leo volvió a Cáceres y con Elpidio abrieron Elpidio y Leo , su tienda de San Pedro de Alcántara. Era 1965.

Muchos pensaron que estaban locos porque en aquella época cualquier negocio que se preciara tenía que estar en Pintores. Pero ellos tuvieron mucha vista al plantar su mirada en la avenida que con los años se convertiría en el Beverly Hills cacereño. San Pedro de Alcántara solo tenía entonces el cine Astoria y Las Carmelitas. Había una tienda de decoración de Eusebio González (donde luego se establecería Galeri Art, que llevaba Narbón ¿se acuerdan, verdad?), estaba el chalet de los Acha. El Gran Café era una casa de la familia Mendieta.

Hacía poco que se había construido el que luego fue llamado el bloque de Vioque, porque allí había vivido don Pablo Vioque. Abajo había unos locales comerciales libres, uno de ellos se convertiría en la boutique con dos escaparates más famosa de toda la ciudad. El establecimiento tenía taller y tienda. En el taller cosían a medida. En la tienda se vendía prªt-à-porter de alta costura.

Muy pronto la jet cacereña se rendiría a los pies de Elpidio y Leo, especialmente cuando Leo comenzó a confeccionar trajes de novia. El primero que hizo fue el de Gloria González, que costó 5.000 pesetas. Pero el que lo catapultó a la fama fue el de Isabelita Palomino, hija del entonces presidente de la diputación y decano del Colegio de Abogados, Martín Palomino. Isabel se casó con Luis Luengo y Rodríguez de Ledesma, un médico que era sobrino de don Pedro Ledesma, el cirujano más famoso de Cáceres.

Se casaron frente al altar mayor de Santiago y ofició la ceremonia el obispo Manuel Llopis Ivorra. La novia, que entró en la iglesia del brazo de su padre a los acordes de la marcha de Mendelsshon, lucía un vestido blanco terciopelo chiffon, con zócalo de flores de almendro, con tocado goyesco y larguísimo velo de tul ilusión. Costó 10.000 pesetas.

La boda, recogida en la crónica de sociedad de nuestro Extremadura , fue tan sonada que a partir de entonces todas las novias querían ser vestidas por Elpidio y Leo.

Luego llegarían los desfiles; hacían dos por temporada: en el Alcántara, en La Colina... Para ellos desfilaron Quini Cerdeira, las hermanas Pili y Puri Silva, Tere Serrano y Memé, que era una modelo italiana casada con un ingeniero que vino a hacer la presa de Alcántara. De la mano de Elpidio y Leo, Rodier escogió Cáceres para sus catálogos. Actrices, cantantes... todas pasaban por la tienda: María Fernanda D´Ocón, Ana Mariscal, Betty Missiego, Charo López, Asunción Balaguer, Irene Gutiérrez Caba... Ahora la tienda se traspasa tras décadas al servicio de Cáceres. Nos da mucha pena porque Elpidio y Leo han marcado tendencias. Y por eso merecen un homenaje o que parte de su legado luzca en un museo para deleite de toda la ciudad.

Una de sombreros

Sabíamos que a Carmen Lillo, concejala de Participación Ciudadana, le gustaban los escotes, pero lo que no sabíamos es que también le gustaran los sombreros. Muy guapa la vimos aparecer en la presentación de la San Silvestre de Raimundo Medina. Por eso para nosotros Carmen ya no es Carmen, es Lillo-glam , la mujer definitivamente seducida por el glamour. Y olé por ella, porque es la única chica de la corporación que se ha atrevido con este look que en Cáceres, no sabemos muy bien por qué, sigue siendo territorio comanche.

Incluso hemos hecho una encuesta entre sus compañeras de filas, pero parecen reticentes al momento sombreril. Por ejemplo, Carmen Heras dice que como de pequeña su madre la abrigaba tanto ella le cogió tirria a cubrirse la cabeza, tanta tirria que ni siquiera en su boda se puso velo. A María José Casado sí le gustan los sombreros, su abuelo, que era cordobés, siempre llevaba uno, pero como en Cáceres si te pones un sombrero parece que llevas puesto un cartel, pues nada, que la concejala de Festejos no se atreve. Marcelina Elviro, de Asuntos Sociales, asegura que deja los sombreros y las pamelas para su hermana, que se llama Carmen y que es una chica cañón.

A Lillo la vimos en la comida de la Asociación de Pensionistas de La Bondad, con el bueno de Emilio Vivas, Joaquín Rumbo y nuestra querida Felisa, la cantante, que de joven trabajaba en la peluquería Pilusa. Aunque el sarao de la semana fue la presentación del programa de Navidad en el hotel Don Manuel (volvimos a recordar a Pachi, es inevitable). Estaban todos, bueno, en realidad estaba Miguel López, María José Casado, Juan Carlos Bravo, la alcaldesa, y claro, Javier Sevilla. Aunque no vimos al peperío . Nos encontramos al flamante vicario, José Antonio Fuentes, Pedro Mango, Jesús Brazales (muy recuperado)...

Es hijo de José Carrillo de Albornoz y de Blanca Muñoz de San Pedro Flores de Lizaur, vizcondesa de Torre Hidalgo, y nieto del erudito escritor Miguel Muñoz de San Pedro, conde de Canilleros, que fue fundador, con Jose María Pemán y Cela, entre otros intelectuales relevantes de su tiempo, de la tertulia del Café Lyon. Hablamos de José Miguel Carrillo de Albornoz, que el jueves presentó en el Palacio de la Isla su última novela, El oro del cielo . Acudió la alcaldesa, también estaban Francis Acedo, Carmen Mancebo, Luis Acha, Manolo Lucas...

Volvemos a casa y sobre la mesa una revista que habla de Victoria Dawn Justice, actriz, cantante y modelo estadounidense conocida por su personaje de Lola Martínez en la teleserie Zoey 101 que, ¡atención!, cada septiembre veranea en la ciudad (¡Welcome Victoria!). Y es que Cáceres ya no es solo la ciudad del placer, es la ciudad del glamour. Y si no, que se lo pregunten a Carmen Lillo.