Emotiva despedida al obispo Ciriaco Benavente en la Concatedral de Santa María. Arropado por 40 párrocos de la diócesis de Coria-Cáceres, el nuevo pastor de Albacete presidió ayer su última eucaristía en la que ha sido su casa durante casi 15 años. El próximo sábado tomará posesión en su nuevo destino. Una amplia representación institucional acudió a su despedida, entre ellos, el alcalde José María Saponi; el subdelegado del Gobierno Fernando Solís; el presidente del TJSEx Julio Márquez de Prado; el coronel jefe del Cimov, Jesús Estacio, y el teniente coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, José Angel Giro.

Sereno e intentando contener la emoción, el sacerdote agradeció a clero, feligreses e instituciones el apoyo recibido al frente de la diócesis y pidió para su sucesor "la misma generosidad" de la que él ha disfrutado este tiempo. Con el templo a rebosar y el acompañamiento de la Coral Santa María, la homilia de Ciriaco Benavente fue ejemplo de humildad y una demostración de cariño a los que le han rodeado. "No quiero que sea un momento de tristeza sino de alegría", apuntó para destacar que en Cáceres "ha aprendido a ser obispo. Nos hacemos obispos con la ayuda del Señor y de los fieles que nos están encomendados".

En su balance dijo que "los logros se han quedado más cortos que las aspiraciones" y pidió perdón "a los que haya defraudado por acciones u omisiones". En el capítulo de agradecimientos, el obispo incidió en que los sacerdotes "no han sido colaboradores sino amigos entrañables" y recordó a los fallecidos, especialmente al obispo emérito de Burgos, Santiago Martínez Acebes. También tuvo palabras para hermanos, fieles y laicos y afirmó que "seguirá queriendo con toda su alma" a esta iglesia "porque nunca se olvida el amor primero". De sus relaciones con las instituciones, indicó que "no han sido solo correctas sino que han estado curtidas por la amistad" y aseguró "sentirse abrumado" por las numerosas muestras de cariño recibidas.