Fue el líder de Barricada --hasta su separación en 2011--, con los que ha vendido más de un millón de discos. Ahora, Enrique Villarreal (Pamplona, 1954), está centrado en su carrera en solitario como El Drogas y el próximo 14 de junio estará en el recinto hípico para presentar Demasiado tonto en la corteza . EL PERIODICO EXTREMADURA, medio oficial del evento, habló con el navarro.

--¿Qué significa para usted acudir a Extremúsika?

--Es la excusa perfecta para reencontrarme con viejos amigos y, también, ver caras nuevas. Siempre he estado muy unido a esta comunidad por el tema de la Guerra Civil.

--'Demasiado tonto en la corteza' está dividido en tres partes: Alzheimer, 'Matxinada' y 'Glam'. ¿Por qué?

--Se me ocurrió dividirlo, no tanto por la cantidad de canciones, simplemente por gusto. La primera parte, dedicada al Alzheimer de la que es víctima mi madre, es más íntima, con guitarras densas y melodías de pop muy británico. La segunda parte, con Brigi Duque (guitarrista de Los Coma) como compositor, es una historia más directa, áspera... En esta parte quería reflejar la inmediatez que le quería dar a mis letras. Es como leer un periódico.

--La tercera parte, 'Glam', es un guiño a Marc Bolan, ¿tanto le ha marcado el inglés?

--El y otros. Me gustaba mucho su forma compositiva, que todo lo hiciera tan sencillo... Era lo que oía de pequeño, la música que me ponía las pilas: Slave, Suzi Quatro, T-Rex, los españoles Leño... De hecho, antes que El Drogas era Slave, mis amigos me llamaban Slave (ríe).

--¿En qué va a consistir tu concierto en Extremúsika?

--Se va un poco con el escudo del último CD, Demasiado tonto en la corteza . Sin embargo, va a ser imposible hacerlo entero, las 24 canciones. Tocaremos algo más de una hora y combinaremos canciones del nuevo disco con viejos temas más festivaleros.

--¿Crees que la música tiene poder sobre la sociedad o eres de los que piensan que la gente se viene arriba con una canción protesta pero luego se queda en casa en las manifestaciones?

--Pienso que puede acompañar las actitudes, pero realmente lo que cambia la cabeza de cada uno es el firme deseo de querer cambiar. La música puede ayudar a hacer la vida mas llevadera, a veces hace saltar esa chispa, la indignación... pero básicamente es una compañera de los momentos de cada uno.

--En su profesión, ¿sigue sintiendo algo especial en la barriga cuando se sube al escenario o, después de tantos años, es un día más en la oficina?

--Siento cosas, miedo, nerviosismo... es importante. Diez minutos antes de salir piensas en irte a casa. Luego llega la acertada decisión de no irte porque cuando sueltas el primer acorde sobre el escenario te recorre una sensación que no se puede definir... es para lo que uno vive. El directo es lo que resume mi vida, una vida entre focos y acordes.

--¿Cómo es su día a día?

--De muchas maneras. Ya soy abuelo, tengo una madre enferma... Por la mañana suelo estar tranquilo, agarro la guitarra acústica o me voy con mi nieto a pasear, le enseño algunas maldades... La tarde es para mi madre o mi socia .

--¿Nunca se ha cansado y ha pensado en hacer otra cosa?

--No. Jamás me he cansado de escuchar música y leer, que son dos de mis hobbys y que me llevan directamente hacia el tercero, que es hacer música. Estoy en un círculo que ojalá perdure por los siglos de los siglos. La vida es la que manda y la que te pone en tu sitio cuando quiere, pero mientras pueda me encuentro muy a gusto con mi vida. Yo no diferencio el trabajo del ocio, o el vicio del placer... Y esto no tiene precio; mi vida es un lujo.