El 30 de este mes cumplirá 54 años y lo celebrará en el centro de acogida de Cáritas en el que vive desde hace dos meses. José Martín, carpintero y pintor manchego, lleva más de media vida vagando por el país en una tienda de campaña. Cayó en la trampa del alcohol y su familia le dio la espalda. Ahora busca trabajo "de lo que sea" en Cáceres y prefiere no fotografiarse para este diario porque asegura que las personas sin hogar "están discriminadas" por el simple hecho de tener que utilizar un albergue.

El último empleo, que le duró un mes, fue en un circo en Portugal donde se encargaba de los animales. Aunque resta dramatismo a su situación, reconoce que no sabe qué es vivir en su propia casa. "Es una desgracia no tener un lugar donde refugiarte", asegura. Su familia han sido sus compañeros de albergues. Ya conoce los de Ciudad Real, Badajoz y Mérida. También ha vivido de okupa en Madrid.

La vida de José, recuperado del alcoholismo, se reparte entre el centro de Renfe y la búsqueda de un empleo, un reto complicado a su edad. "¿Quién me lo va a dar con 54 años?", se pregunta. De momento, participa en las labores de limpieza y es el encargado de la lavandería. Ha vuelto a leer por las tardes y está contento porque afirma que la convivencia es buena, aunque tenga dificultades con el idioma para entenderse con los extranjeros del centro.

Un desengaño amoroso le llevó a un túnel a los 20 años. Ahora busca una oportunidad para poder mirar al futuro con menos pesimismo y no verse obligado a pedir. "Antes tenía que hacerlo para comer. Ya no me atrevo", reconoce, Su mejor regalo sería un empleo. Entonces José podría comenzar a vivir de nuevo.