Todavía recuerda su primer día en la fábrica: "Llegué una mañana, aquel 15 de noviembre de 1976", relata con nostalgia. Y es que Generoso se ha convertido en el trabajador más antiguo de la Waechtersbach cacereña, abierta a mediados de la década de los 70 en el polígono las Capellanías como filial de la potente manufacturera alemana de cerámicas. Pero este empleado decano nunca sospechó que iba a vivir una agonía, y menos tan lenta: "Desde el 2002 estamos sufriendo una humillación grandísima en todos los aspectos. Nos sentimos como aquellos extremeños de hace 50 años, cuando venían los empresarios de fuera y creían que podían hacer con ellos lo que quisieran", dice indignado.

A Generoso le duele especialmente la falta de apoyo institucional hacia los trabajadores y el papel de los sindicatos en este proceso, "porque hacen declaraciones que no gustan a la plantilla". Sin embargo, asegura que los empleados se sienten "bien tratados" desde el ámbito judicial. Y es que tres administradores designados por el juzgado tienen ahora la última palabra en la fábrica, y elaborarán un informe durante dos meses para estudiar su verdadera situación. No obstante, el dueño ha pedido directamente el cierre sin contemplar la posibilidad de un nuevo convenio para seguir adelante, y pocos confían en que aparezca ahora un nuevo empresario.

La principal sensación de Generoso, y la más dura, es la de "engaño". "Cuando llegó en el 2002, Rodríguez Carmona nos dijo que pasaríamos dos años difíciles y que después ya vendría la compensación. Aceptamos los recortes, seguimos al pie del cañón, pero él no se ha preocupado de la fábrica, ni ha aparecido por aquí, ni ha buscado un director competente. Ha pasado de todo", afirma. "Incluso nos quiso canjear nuestra deuda por acciones, aun sabiendo que esto no iba a ningún sitio".

En el ámbito personal, las historias se repiten: "Somos padres de familia que llevamos toda la vida aquí metidos y ahora no sabemos dónde ir".