Desde septiembre del año pasado Isabel Mostazo y Jesús Castillo regentan el bar Mi Romano en la calle Jerusalén, de la barriada de Nuevo Cáceres. Lo alquilaron porque Jesús, con 50 años, se había quedado sin empleo y había que intentarlo, tirar para adelante en un sector, el de la hostelería, que Jesús conoce bien porque a él se ha dedicado toda la vida. El bar funciona los fines de semana pero a diario, especialmente en invierno, se hace cuesta arriba. Una de las razones que explica Isabel para ello es la falta de espacio, el local es pequeño «y estamos muy limitados». Así que decidieron apostar por instalar una terraza techada, condición fundamental para poder ampliar su clientela.

Contactó entonces Isabel con un aparejador para saber qué pasos debía dar; fundamentalmente un proyecto que sumaba unos 12.200 euros. Antes de embarcarse en esa cantidad, acudió al ayuntamiento y en la sección de Actividades habló con un técnico municipal. «Le dije que queríamos poner una terraza bajo una pérgola de uno de los paseos centrales del barrio porque de lo contrario en invierno no nos daba para comer. Me dijo que era viable».

Los hosteleros volvieron a dar aviso al aparejador y se hizo la estructura tal como indicó el ayuntamiento, «que no se podía anclar al suelo ni a las columnas de la pérgola». El proyecto se presentó en el consistorio, se firmaron los papeles y el recibo para pagar. «Venían dos recibos, uno para las nueve mesas de dentro de la estructura (900 euros) y otro para las de fuera (450 euros). El aparejador se llevó todos los papeles, me los trajo con los recibos sellados por el ayuntamiento y me dijo que aunque el permiso definitivo tardaría un par de meses en llegar, ya se podía empezar con la estructura».

Isabel presentó los papeles en febrero, pagó en marzo y en mayo comenzaron a montarle la pérgola. Tardaron cuatro días, al quinto llegó la sorpresa: «Vino la policía local y me mandó levantar toda la estructura de la pérgola, me dijeron que eso no podía estar allí».

Isabel acudió al ayuntamiento. «Empezaron a darme vueltas, con denuncias o no denuncias de vecinos, con que si el técnico de Parques y Jardines había emitido un informe negativo, por otro lado me decían que si ese informe no era vinculante. Yo no entendía nada, pues me habían concedido autorización y había pagado».

La semana pasada recibió un escrito del ayuntamiento invitándoles a reubicar la terraza fuera de la pérgola. Los dueños del bar se preguntan: ¿Pero dónde, si no tenemos sitio para reubicarla y no nos dan solución ninguna. Desde entonces llevamos sin terraza. El técnico que en principio nos dijo que tiráramos con esto insiste en que es la mejor opción, otros dicen que no. Los técnicos van por un lado, la polícía por otro, los políticos por otro, y nosotros seguimos sin poner la terraza».

Isabel insiste: «Esto es horrible, ¿dónde la reubico? me he gastado 13.550 euros», mientras habla de injusticia: «¿Me la quitáis a mí y al resto no, soy yo la única tonta, qué pasa con el resto de terrazas o con la que hay en la avenida de París, donde han instalado una terraza debajo de una pérgola?