Jesús Caballero, un abulense de 39 años afincado en Cáceres, es un vivo ejemplo del perfil de moda en el mercado laboral cacereño. Estuvo 20 años conduciendo un camión y prefirió abandonarlo para atender a la familia. Ahora compagina su tiempo entre la hostelería, la construcción y la limpieza.

Este todoterreno , ahora separado y con dos hijos, reconoce que a su edad ya se hace difícil dar con el trabajo deseado: "Quieren gente no profesional y, cuando están aprendiendo, los cambian para que no tengan que subirles el sueldo".

La frontera de los 40 no asusta a este currante que afirma "no rendirse", a pesar de que a los que buscan empleo con su edad "nos empiecen a mirar raro, como octogenarios". Sueña en ese futuro y desea a los 50 años contar con su propia empresa, pero con sede en Madrid "por el volumen de trabajo que se puede tener".

El fantasma del paro tampoco es un obstáculo. "Es imposible decir que no hay trabajo. Es una lista de espera de gente a la que no le gusta trabajar. Lo que pasa es que muchos quieren ir de chaqueta y corbata a la oficina y no mancharse las manos", dice. A Jesús le han valido mucho las suyas.