"Estoy muy contenta con la sentencia, me siento muy feliz por haber ganado, pues es injusto e inmoral que alguien pueda tratar así a un anciano desprotegido". Para Inés Hernández, sobrina del anciano al que el dueño de la residencia cacereña en la que se encontraba robó sus ahorros, esta condena debe suponer un ejemplo: "Debe servir para proteger a todas las personas mayores de los abusos de aquellos que demuestran no tener escrúpulos".

Todos los hermanos de Juan Hernández residen en Madrid y aún no saben muy bien como llegó él a la residencia de Cáceres. "Vivía en Alemania y por una prima nos enteramos de que estaba en Cáceres, lo que sorprendió mucho a mi padre, que vino a verle enseguida", recuerda Inés, que actualmente reside en un pueblo de Cuenca. "La sorpresa fue que al llegar y preguntar por él nos dijeron que Juan Hernández no tenía familia, lo que nos resultó extraño", relata.

Y aquella sorpresa, reconoció ayer, se convertiría para ella en una sospecha que con el tiempo, tras la muerte de su tío, se hizo aún mayor. "No me pareció lógico que muriera y no se nos facilitara a la familia por la residencia ni un solo documento de mi tío, por lo que yo le dije a mi padre que teníamos que hacer algo".

Ha sido precisamente el empeño de Inés lo que ha conseguido demostrar el delito cometido por el dueño de la residencia. Y es que ella reconoce que la dificultad que entrañaba demostrar lo sucedido, para lo que incluso han necesitado contratar detectives privados, y lo costoso del proceso, desanimó a su familia "pero yo quería defender a mi tío, pese a que ya no estaba. Era una cuestión de amor propio lo que me llevó a continuar, y hoy me siento muy feliz de haberlo hecho".