Ya estamos todos. Comenzó octubre y llegaron los rezagados. La ciudad feliz se llena de gente, como siempre en otoño. Los estudiantes por aquí, Soraya por allá... Y la Guardia Civil, y los criadores de toros de lidia, y los cool en el festival de reggae del Aldana, y los clásicos en los conciertos de la Asociación Musical Cacereña en Clavellinas, y una oveja suelta en medio de la glorieta dedicada a los donantes de sangre...

No crean que lo de la oveja es una boutade porque se trata del personaje fundamental de esta historia. Al fin y al cabo, gracias a la oveja de la glorieta, a las vacas de Fuente Fría, a los caballos de San Marquino y a los cerdos de las inmediaciones de Nuevo Cáceres la ciudad feliz se convirtió en una villa agropecuaria de primer orden antes de que la llegada de la Audiencia la propulsara hacia la capitalidad provincial.

Lechuzas y conejos

Cáceres y los animales... En estos anocheceres de otoño, cuando bajo de la Montaña por el atajo me encuentro lechuzas pasmadas en los cables de la luz que me miran sin inmutarse y a veces, llegando a las huertas de la ribera del Marco, sale un conejo corriendo. Una ciudad que tiene lechuzas y conejos a cinco minutos del meollo del casco urbano ha de ser por fuerza un paraíso sosegado y feliz. Cáceres y las personas... Autobuses urbanos llenos el lunes para acercarse hasta Carrefour a ver a Soraya. Esta muchacha se ha convertido en el referente de miles de jóvenes (4.000 había en el centro comercial) que la idolatran. Nunca la he escuchado, pero me dicen que es la que mejor canta y que si no gana es porque parece un poco chulita. Me encantan los extremeños chulitos. O sea, seguros de sí mismos y que no conocen sumisiones ni complejos.

El pasado fin de semana, los cool llenaron las callejas de la parte antigua para escuchar reggae. Según los veinteañeros, que son quienes marcan tendencia, los cool son los cuarentones y las cuarentonas con pasta que viven solos y van de estupendos y de modernos. Por ahí se les llama los singles , es decir, únicos, solos, guais e individualistas. Aquí son los cool de Cáceres y el pasado fin de semana convirtieron la parte antigua en un remedo de Amsterdam con humo de Womad, mucho humo de Womad.

Con menos humo, más modosos y en pareja, los melómanos de toda la vida han comenzado la temporada de conciertos de la Asociación Musical Cacereña. El martes tocó recital de canto. En Clavellinas hubo casi lleno y Elpidio, satisfecho. Razones no le faltan. Dedicó el concierto a Camilo Fernández Trejo, vicepresidente de la asociación recientemente fallecido, y a El Redoble por su medalla de Extremadura.

Más novedades de otoño: la exposición sacra en la Preciosa Sangre, que es un éxito de público; la recopilación de grabados en el museo de Cáceres, que tiene nivelazo, pero está pasando más desapercibida de lo que debiera; los estudiantes rejuveneciendo la ciudad con cientos de novatos pintarrajeados llenando los bares y animando las calles y decenas de farolas y marquesinas rebosantes de anuncios de pisos.

En San Francisco, muchos todoterreno BMW, Volvo y Porsche y en los restaurantes, sus dueños: toreros y criadores de toros de lidia. Este congreso taurino ha colgado de las farolas unas banderolas muy llamativas con una manada de reses bravas subiendo por la Cuesta de la Compañía. La imagen no es tan extraña: no hace ni 200 años los adarves se convertían en toriles durante las corridas que se celebraban en la plaza Mayor.

Y con Doctor Fleming y Antonio Hurtado cortadas, carpas en la plaza, helicópteros por el aire y guardias civiles por doquier, la ciudad feliz se sobrepone al caos de tráfico y coloca un broche de oro a este frenético comienzo de curso con la fiesta de la Guardia Civil: desfiles, festejos y ministros. ¿Hay quien dé más?