Samuel Alegre es diseñador gráfico y profesional de postproducción de vídeos. Vive en el casco histórico (calle Amargura), donde además desarrolla su labor. «La falta de fibra óptica me afecta mucho, no puedo trabajar de forma normal con estos condicionantes, tengo que hacerlo todo con mucha previsión, con antelación, y en los trabajos no siempre es posible», relata.

Considera «una situación injusta» que los vecinos de la parte antigua tengan que soportar estos inconvenientes. Cualquiera de sus vídeos pesa entre 500 megas y 1 giga. Debe anticiparse para enviarlos a tiempo, «pero los clientes siempre tienen prisa y a veces no puedo garantizar que los reciban a punto. Es una situación que avergüenza un poco, que resta competitividad», señala.

De hecho, Samuel Alegre se está planteando dar un giro a su trabajo para no tener que enviar tanto material por la red. «Hay encargos que ya no puedo aceptar, y es una pena, porque existe bastante trabajo en este campo», lamenta. Por ello está derivando su actividad profesional hacia el terreno de las páginas webs «más llevaderas en estas condiciones y con menos carga».