Más de una vez ha ocurrido en los bingos de Cáceres que uno de los jugadores ha gritado a pleno pulmón: "Búho". Las carcajadas no se han hecho esperar. Todos en la sala han comprendido que el afortunado que ha cantado bingo de esa forma tan salerosa y alada frecuenta uno de los ocho bingos sociales que organizan varios días a la semana hogares de pensionistas y asociaciones vecinales en Cáceres, mal que les pese a los empresarios de bingos.

Precisamente una denuncia de la asociación de estos industriales del juego contra bingos clandestinos e ilegales ha puesto en tela de juicio estas actividades recreativas por suponer una competencia desleal, ya que se juega con dinero. La Junta de Extremadura ha salido al paso de esta denuncia defendiendo la legalidad y fin social de estos bingos, con los que algunos centros financian parte de sus gastos y actividades. ¿Tiene fundamento entonces la denuncia de los empresarios?

Cuestión de dinero

Los pensionistas y aficionados a estos juegos aseguran que "no". Un cartón de estos bingos cuesta entre 15 y 20 céntimos, mientras que en una sala de juego ronda los 2 o 3 euros. El premio, por supuesto, está en proporción. En los centros sociales, el afortunado que consigue completar su cartón se embolsa unos 8 o 10 euros, en algunos especiales --se juegan dos cartones al doble de precio-- el máximo premio puede ascender a 40 euros. Cantar una línea, que en estos centros se anuncia con el grito de "pico", puede conllevar de premio unos 3 o 4 euros. En las salas, un bingo reporta unos 300 euros de premio, dependiendo del día, pudiendo llegar a los 900 euros.

El hogar de pensionistas de la avenida de Cervantes es el bingo más concurrido. En este centro, se han llegado a pagar premios de unos 120 a 130 euros por un bingo, según confirmó a este diario uno de sus jugadores habituales. El hogar suspendió esta actividad por problemas en su junta directiva.

Otros siete centros organizan este entretenimiento dos o tres días a la semana: los hogares de La Bondad, Peña del Cura y La Plaza, los colectivos vecinales de Pinilla, Veracruz, Angelita Capdeville y Las 300. El calendario es fijo, lo que permite que los jugadores hagan rutas de unos a otros.

Una de las quejas de los empresarios es que a estos centros acuden personas que no son pensionistas ni socios de los diversos colectivos. Un cacereño que los frecuenta, que prefiere mantenerse en el anonimato, lo confirma: "Va gente de todo tipo, mayores y jóvenes, en los hogares de pensionistas es difícil que haya gente más joven, pero en alguno sí hay".

Quejas al margen y con la bendición de la Administración regional, los usuarios de estos centros esperan que la polémica se ataje y los hogares y sedes vecinales que han suspendido la actividad la reanuden. "Se pasa un buen rato --justifica un fiel asistente--, las bebidas cuestan más baratas y a lo mejor pasas la tarde por tres o cuatro euros. Con este frío y con lo que cuesta todo, adónde vamos si no".