El debate del perdón

Las razones de la franqueza con la que hablan a los internos es clara según Javier: "Son personas. Es un grupo al que vienen voluntariamente a exponer sus problemas, a escucharles y a escucharnos". Ha transcurrido casi una hora y la dinámica del grupo canbia. Eva reparte un texto que sirve para dar pie a un debate sobre el perdón. No hay unanimidad cuando pregunta a los internos si son capaces de perdonar cuando se les pide. José, con rasgos gitanos y que ha intervenido poco en la reunión, responde que "según lo que le hayan hecho". Otros no están tan de acuerdo. Pero la situación cobra mayor intensidad cuando Eva les plantea si quieren hacer "borrón y cuenta nueva" con sus vidas, un planteamiento que defiende para los internos porque, afirma, "ya habéis venido a pagar y cuando salgáis no le debéis nada a nadie". Entre el grupo, una voz responde que "este hotel engancha". Pero Eva les insiste en la idea de perdonar y olvidar para poder salir adelante: "Si perdonamos y no olvidamos, la gente no lo va hacer contigo", responde a un interno de un país del Este que ha perdido el contacto con su familia.

Son casi las siete menos cuarto. El tiempo ha pasado y la reunión acaba. Se acerca la hora de la cena y el grupo se disuelve. Un preso argelino que sonríe se dirige al periodista para explicarle que su mujer y tres hijos están en su país. No responde a la pregunta de por qué está en la cárcel. Ha sido expulsado varias veces y la última vez dice que entró nadando por Ceuta. Otro de origen chileno, al que capturaron con droga en un barco, asegura que su mujer e hijos siguen en Portugal. "La pastoral sustituye a la familia", subraya. Pero Javier deja clara su función: "Venimos a compartir un rato con ellos. Nos dan lo que tienen de ellos y nosotros les damos lo que tenemos nosotros. Sus familias siguen ocupando el lugar que tienen que ocupar. Les tutelamos como si lo fuéramos para que puedan salir con esos permisos y poder tener luego acceso al tercer grado o la libertad condicional".

Una tarea vocacional

Pero el objetivo inmediato de la pastoral con los internos se ha cumplido. "Es un espacio de libertad para ellos", aclara Eva. "El tiempo que han estado con nosotros se sienten totalmente libres", remarca Javier que incide en el carácter vocacional de su tarea: "Cuando te sientes a gusto haciendo algo y sales, siempre queda el regusto de que se podría haber hecho mejor. Se sale mucho peor de lo que entras".

Eva reconoce que el trabajo con los presos es muy lento y lo compara con el cuento de la crisálida: "Si corremos demasiado a la mariposa le faltará algo". Las trabas llegan luego con la reinserción, complicada cuando se conocen los precedentes del interno. Pero por encima de todo les queda la satisfacción de seguir unidos y, aunque Eva dice que no cree en Dios, Javier tiene claro que siempre les acompaña a ese otro mundo que es la cárcel.