TAtl poco tiempo de salir publicadas las listas electorales entré en contacto con uno de los arúspices que, sin necesidad de interpretar los acontecimientos cósmicos u observar las vísceras de los animales, es capaz de conocer la voluntad de los dioses y le pregunté qué le parecían. " Esas no son las listas de Guillermo", me espetó resaltando algunos nombres. "¿Pues de quién son?", "ahí se ven muchas manos". ¿También la Mano Negra?.

Una vez celebrada la barrida electoral con autosatisfacción por la mayoría del partido fueron nombrados los consejeros. Vuelta a mi particular y transexuada Sibila. "Ese no es el gobierno de Guillermo", pues al parecer había gente impuesta. ¿Le habrían crecido los enanos?. A los nombramientos de los jefes sucedió el de los cargos menores y ahí fue el crujir de dientes pues pocos le resultaban aceptables a mi oráculo privado. "En estos nombramientos ha intervenido poco Guillermo". Me dejó tan perplejo que durante muchos días estuve preguntándome a qué se dedicaría Guillermo mientras otros hacían las listas y nombraban consejeros y cargos medios.

Una cosa me quedó clara. Según la revelación de este Espíritu Santo venido a menos, esto no es lo que se esperaba de Guillermo ni lo que necesitaban el partido y la región y existía un anhelo para que su verdadero proceder comenzara a ser visible.

]Me vino a la memoria una obra teatral publicada por Samuel Becket en 1952 titulada Esperando a Godot , en la que los personajes esperan a Godot enredados en discursos inacabables y vanos pero al final Godot no llega. Como es obvio, se trata de una alegoría acerca de la vanidad de toda esperanza e intento de redención y no siempre la ficción se convierte en realidad, aunque no estaría de más pensarlo un poquito.