La Asamblea de Extremadura está tan orgullosa del Estatuto de Autonomía que en su vigésimo quinto aniversario lo ha paseado por casi todo el mundo. Ha recorrido media Europa, América y ha llegado a las más grandes metrópolis como París y a los pequeños pueblos como ahora sucede con Alaquás. Por muchos sobresalientes que sacara usted en geografía seguramente jamás habrá oído hablar de Alaquás. Pues, según leo en Wilkipedia, se trata de un pueblo de Valencia que ha crecido espectacularmente en población durante los últimos años y, además de un castillo, puede presumir de tener varias fábricas de muebles.

Este pequeño detalle quizás haga sospechar a los malpensados de siempre que el Presidente de la Asamblea acude a territorio conocido y propicio al aplauso, pero no hay motivo para tales maledicencias pues en el improbable caso de que se dejara llevar por sus aficiones lo lógico hubiera sido ir en primer lugar a Suecia, a los orígenes de IKEA. Puesto que aún le faltan por recorrer Asia, Oceanía y Africa le sugiero que, por si permanece en él alguna querencia, ordene a protocolo que prepare un acto en Makurdi, un precioso poblado de Nigeria de donde procede la mejor madera de Africa.

Para evitar desgracias ya he constatado que no son caníbales, de manera que no hay riesgo de que la carne de diputado se les indigeste. Claro que si lo que se pretende es contrastar el despilfarro con la miseria debería acercar la Asamblea a la India. Aunque deben ocultarles el punto cuatro del artículo 22 del Reglamento de la Asamblea, que no tiene desperdicio. Pero si quieren comprobar lo que es riqueza y progreso que se vayan a Melbourne porque aquí estamos en sus antípodas.