Después de la tormenta ciudadana que desató el primer diseño del hotel Atrio en la plaza de San Mateo, el segundo parece haber traido la calma. Al menos ese fue el ambiente que se respiró ayer en el acto de presentación pública de esta segunda propuesta, que organizaron los dueños del hotel y los arquitectos autores del proyecto Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón para demostrar, en parte, que "estamos abiertos al diálogo y a cualquier discusión", en palabras de Tuñón.

La convocatoria --duró hora y media-- en el aula de Clavellinas solo movilizó a unas 50 personas, quizás algo menos, a pesar de que más de 11.000 ciudadanos firmaron contra el proyecto anterior. Tampoco generó debate. Los asistentes, entre ellos políticos como Emilia Guijarro y Felipe Vela, se limitaron más a escuchar, a agradecer la presentación y la rectificación del diseño que a plantearle objeciones o dudas.

Quizás fue porque Emilio Tuñón se mostró desde el principio bastante claro reconociendo "errores" pasados; o porque en la tribuna se sentaba, como moderador junto a los arquitectos, uno de los cabecillas de la oposición ciudadana a la propuesta anterior, el catedrático de Urbanismo y miembro del organismo que asesora a la Unesco en patrimonio (Icomos) Antonio Campesino, que ya había dado su bendición al rediseño días atrás en este diario.

Partir de cero

Tuñón confesó a la concurrencia que con el proyecto anterior habían pasado "un mal rato". Tras la polémica pensaron que en algo se habían "equivocado", por lo que esta propuesta "parte de cero" y de una serie de estrategias de convivencia del edificio con el entorno. La primera idea partía, dijo, del error de aumentar volúmenes y alturas que éste no tiene.

Los aspectos más espinosos también se abordaron, como tapiar ventanas o la terraza de la azotea. Razonó que la decisión de cegar las ventanas, manteniendo visible su huella, sigue la tipología de la ciudad monumental en la que apenas hay edificios sin este elemento. "Es una forma de respetar la historia del edificio", argumentó. Para refrendarlo mostró una sucesión de imágenes de la parte antigua con vanos tapiados como prueba.

A preguntas del delegado de Adenex, Antonio Díaz, el arquitecto aseguró que la terraza de la azotea se ha corregido para impedir las vistas a San Mateo, aunque expresó la disponibilidad a introducir nuevos cambios. Negó que puedan conservarse las bóvedas que tiene el edificio. "Físicamente es imposible para el uso del hotel".

Explicó que se trata de una arquitectura "de dentro a fuera" --"trabajamos a partir de un cascarón ya existente"-- que reinterpreta con una visión contemporánea la tipología de la casa patio extremeña. Defendió aun así la propuesta inicial por su singularidad, pero concluyó que este proyecto --anteproyecto o "primer dibujo"-- es "mejor" y "más redondo" que su antecesor. La concurrencia pareció estar de acuerdo a tenor de la ausencia de grandes objeciones.