La Audiencia Provincial de Cáceres juzgó ayer al que fuera director de la sucursal que Citibank tenía en la avenida de España, entidad que desapareció en 2014 y que se encontraba situada donde ahora se ubica una tienda de ropa de la cadena Mango. Se le acusa de apropiarse de 1,8 millones de una quincena de clientes entre los años 2004 y 2014, a uno de ellos llegó a quitarle presuntamente casi 900.000 euros. Ayer lo negó todo. Incluso que a ellos le unía una gran amistad, tal y como han declarado las víctimas. «No trataban directamente conmigo, cuando entraban a mi despacho pasaban a dar los buenos días, pero desde ahí no hice ninguna gestión», aseguró ayer a preguntas del fiscal el acusado, Fernando H. L. El banco ya ha reingresado todo el dinero a los afectados.

El Ministerio Público le acusa de sustraer fondos de las cuentas de algunos clientes vulnerando los procedimientos de seguridad del banco. Se apoderaba de cantidades que tenían depositadas en cuentas corrientes o de ahorro o de fondos que debían haber sido depositados en ellas y nunca llegaron a aparecer. Para ello, sostienen tanto el fiscal como la acusación particular ejercida por Citibank, alteraba las solicitudes para retirar efectivo suplantando las firmas y realizaba peticiones de cambio de rúbricas para que luego le resultara más fácil firmar las retiradas en efectivo y no se detectara que la firma no era real.

También realizaba solicitudes ficticias de rescate de inversiones, retirando posteriormente los fondos de las cuentas mediante peticiones de disposición fraudulentas. Para ello engañaba a los clientes haciéndoles firmar solicitudes de retirada en efectivo que él mismo había desviado y mezclaba estos folios con otra documentación para que no se percataran.

Llegó incluso a visitar a sus clientes en sus domicilios para recoger ingresos en efectivo, pero ese dinero nunca llegó a las cuentas de los afectados. Es el caso de Juan A. A., que tiene un negocio de embutidos. A él llegó a quitarle casi 900.000 euros. Le recogía el dinero en su casa y él se desentendía de todo lo relacionado con el banco porque «tenía plena confianza» en el director. Cuando el caso salió a la luz Juan A. A. se dio cuenta de que en su cuenta, que debía ser cercana al millón de euros, solo había 1.000 euros.

El perfil de los afectados, tal y como pudo comprobarse ayer en la vista, son personas de avanzada edad, con escasa formación económica y bancaria y en algunos casos con discapacidades. Muchos no tienen hijos y consideraban al acusado como uno más de su familia. «Era como un ángel para nosotros. Como estábamos mayores nos ayudaba. Le queríamos muchísimo», contó al tribunal Antonia S. C. A ella y a su marido, de 96 años, les quitó 94.683 euros.

LO DESCUBRIÓ UN CLIENTE / El único de los clientes que se percató de lo que estaba ocurriendo fue Vicente S. G., que observó que en su cuenta figuraban dos reintegros por un total de 18.450 euros. Al preguntarle al acusado le dijo que había ocurrido un error con la cuenta de otra clienta que tenía sus mismos apellidos. El director le reingresó el dinero, pero existían otros movimientos irregulares, por lo que el afectado fue a preguntar a otro de los empleados. Fue entonces cuando se abrió la investigación y se descubrió la trama, que afectaba a dieciséis personas. Ninguna de ellas se percató antes de que faltaba dinero de sus cuentas hasta que el banco les comunicó lo sucedido. «Yo de cuentas no entendía y a él (al director) lo tenía como un hermano. No sé cómo ha podido hacerme esto», dijo Vicente S. G.

A todos ellos el acusado les hacía incluso la declaración de la renta, algo prohibido por la normativa del banco y que él también negó ayer. Todo esto lo ejecutó sin que el cajero interventor se percatara. Este último permitió que el director usara su ordenador con sus claves en varias ocasiones para realizar gestiones. En el juicio explicó que lo hizo para ganar en eficiencia porque en el banco eran pocos empleados y porque «llevábamos trabajando (él y Fernando) casi 30 años juntos y nunca he desconfiado». Recordó que había auditorías semestrales y otra más exahustiva cada dos años y siempre eran positivas. Tampoco desconfiaron del acusado los directivos de zona, que lo definieron como un «empleado modélico».

En este caso también está acusado el comercial del banco, que ayer se acogió a su derecho de no declarar, por apropiarse de 42.800 euros de dos clientes. Sin embargo en uno de los casos, tal y como explicaron ayer los peritos, no existe documentación que acredite el dinero desaparecido (18.800) y en el otro tampoco ha aparecido la libreta en la que se justificaba el fondo de inversión que el cliente nunca llegó a ver, de 24.000 euros.

PENAS / Para el director el fiscal y la acusación solicitan seis meses de prisión, el pago de una multa de 7.200 euros y de una indemnización de 1,8 millones a Citibank. Para el comercial solicitan un año y seis meses de prisión, una multa de 3.600 euros y una indemnización al banco de 42.800. Las defensas piden la absolución.