Extremúsika 2007 agotó ayer todas las entradas con 68.000 espectadores en el recinto ferial, según las cifras ofrecidas por los organizadores a las diez de la noche. Este registro supone un récord de público ya que el año pasado acudieron 45.000.

Fue la mejor jornada, sin incidentes destacables y con un fenomenal ambiente. Y es que el día invitaba a irse de festival, a botar y disfrutar de la música. Esperaban 24 bandas en los tres escenarios extremusikeros . Abrió Stafas a las doce de la mañana, continuaron Stravaganzza, Silver Fist, Skizoo y Fe de Ratas, y a las 15.30 horas, cuando arrancaba Piperrak, la banda de punk nacida en los 90 entre La Rioja y Navarra, sobre la tierra del hípico solo se podían ver miles de cabezas y brazos en alto disfrutando del magnífico sonido de este grupo que ha vuelto tras nueve años de parón.

A esa hora la temperatura subía en el recinto ferial más que nunca durante las tres jornadas que se cumplían del proyecto A Vallekas Producciones y patrocinado por EL PERIODICO EXTREMADURA y Amstel. Por primera vez también, el público buscaba el cobijo de la sombra en la espectacular carpa instalada en el hípico mientras en el escenario sonaban las guitarras y el saxo de Dr. Sapo, la banda de Guadalajara, otro de los productos de la factoría A Vallekas. Miguelito, el vocalista del cuarteto, volvió a contar historias de la vida que le pasa a sus fieles. Ellos han sido los autores de la sintonía oficial del festival. "Que no se engañen, que no es el amor. Son zurrapas", cantaba. Los sapitos remataron con la colaboración del sevillano Albertucho en un dueto para guardar en la memoria del festival.

Eran las cinco de la tarde y esperaban los platos fuertes del cartel y el inicio de los conciertos en el escenario Covers Amstel, para las bandas de versiones, que tan bien funcionó durante la jornada del viernes. La Leñera, el tributo de Leño, lo clavó durante la madrugada del sábado en la que la música no dejó de sonar las cinco de la mañana.

ROCK DE CALIDAD Lo mejor estaba por llegar y Quique González, con su rock de autor, lo demostró. El madrileño, que sabe autoproducirse discos y tratar con multinacionales, ofreció lo que viene siendo habitual en los garitos de su ciudad: un fenomenal directo en el que incluyó guitarras eléctricas y teclados de una calidad sobresaliente. No fue una sorpresa. Era una de las apuestas seguras del cartel.

Luego vinieron los Burning. Johnny y los suyos para hacer ese rock urbano que tanto le gustaba a Pepe Risi. Unos viejos rockeros de los que nunca mueren al ritmo de ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste .

A continuación, el hip hop de La Excepción, con el Langui y Gitano Antón, volvió a poner hasta arriba el hípico. Ritmos raperos que dieron más brillo al festival antes de la apuesta mestiza de Macaco, que dio paso a Albertucho. Antes de que saliera para echar el resto con su canción rockera andaluza, el público ya coreaba sus canciones.

Eran las 21.30 horas y el festival bullía en el inicio de la cuenta atrás. Estaba previsto que con Inconscientes y Rosendo se llegara a la medianoche. Los Delinqüentes, The Toy Dolls, Banda Bassotti y el cierre final de Los Chichos pondrían el broche de oro a la mejor edición.