La zona de Ramiro de Maeztu, que engloba a las calles Albacete, Menéndez Pelayo y la propia Ramiro de Maeztu, además de otras vías aledañas, se ha visto desbordada en horario de mañana ante el volumen de vehículos que a diario busca estacionar en el centro. Los pocos aparcamientos, unidos a las obras que se están desarrollando, ha provocado que el número de conductores que tiene a Ramiro de Maeztu como primera opción para aparcar se dispare.

Cristian Tostado, quien trabaja en la Clínica Unidental, es uno de ellos. "Es el primer lugar en el que miro. A partir de las 9.30 horas ya no encuentras sitio pero antes siempre hay", manifestó ayer a este diario. A Tostado le gustaría aparcar más cerca de su trabajo, pero resulta "una odisea". En Antonio Hurtado "casi todo es zona de carga y descarga, con lo que no puedes aparcar. Un día lo dejé ahí cuatro minutos de reloj y cuando llegué ya estaba montado en la grúa", agregó.

El volumen de tráfico en la zona ha aumentado considerablemente provocando, en ocasiones, incluso problemas a la hora de salir --a la calle Bellavista-- para los vecinos. "Esto viene pasando desde hace tiempo, aunque hubo una temporada que teníamos mucho más libre la plaza", indicó María Lucía Gil, una vecina de Ramiro de Maeztu, que reveló que "a veces aparcan en la última plaza, donde está prohibido".

Agustín de la Osa, un residente en Menéndez Pelayo lo sufrió este mismo miércoles. "Le dejé un papelito en el vehículo avisando de que si lo volvía a dejar ahí llamaba a la grúa. Al aparcar justo en la salida nos obliga a los demás a hacer tres o cuatro maniobras para girar y ni si quiera se ven los coches que vienen", reveló este vecino, que ayer tuvo que aparcar "entre la calle Salamanca y Antonio Hurtado porque aquí es imposible".

No obstante, los residentes se muestran comprensivos con el incremento del tráfico en la zona, ya que tampoco encuentran una solución. "La gente lo deja donde puede, es normal. Y eso el que venga a trabajar, el que necesite solo parar un momento puede tardar media hora en recoger un producto", concluyó María Lucía Gil.