La oficina de farmacia Muñoz Pereira, abierta en los años 50 en la plaza Mayor por la primera mujer farmacéutica de la ciudad, Margarita Muñoz, se ha convertido en la más avanzada del país desde el punto de vista medioambiental. El negocio, ahora regentado por su hija, Matilde Torres, ha sido el primero de toda España en conseguir el Certificado de Calidad Medioambiental ISO 14001/2004, otorgado por AENOR. No se trata de un reto sencillo, al contrario: a la fuerte inversión se une un continuo esfuerzo, revisiones imprevistas y controles exhaustivos, "pero merece la pena porque el cliente lo nota, siente más seguridad y confianza", explica la propietaria del establecimiento.

El establecimiento, ahora situado en el número 6 de Virgen de la Montaña, ha cumplido tres requisitos para lograr esta distinción. En primer lugar, los residuos tóxicos de las fórmulas magistrales que se elaboran en la farmacia y su laboratorio se depositan directamente en un contenedor independiente y aislado, al que sólo pueden acceder ciertas personas autorizadas de la propia farmacia, ni siquiera todos los empleados. "Cada procedimiento tiene asignados a determinados profesionales", explica Matilde Torres. Así, los restos de fórmulas como el sulfato de zinc y cobre o el ácido acetilsalicílico se arrojan a un recipiente que es retirado periódicamente por un gestor autorizado, la empresa Interlum.

Además, cuando la farmacia elabora una fórmula del tipo permanganato potásico (para frenar la dermatitis) o alcohol boricado (otitis), el primer enjuague se vierte en un recipiente de aguas de lavado que recoge una empresa especializada, pero nunca se tira por el desagüe.

En segundo lugar, el establecimiento dispone de un punto Sigres donde los usuarios pueden depositar los medicamentos caducados o que ya no van a tomar. La farmacia no utiliza este punto para arrojar los recipientes vacíos del laboratorio, sino que lo hace en otro recipiente a fin de evitar la contaminación ambiental, por mínima que sea.

En tercer lugar, el reconocimiento ha sido otorgado por la gestión que la propia oficina de farmacia realiza de sus medicamentos, ya que controla todas las unidades y las retira de la venta tres meses antes de su fecha de caducidad, una medida que no está compensada económicamente, al contrario, pero que la titular considera que debe realizarse para dar el mejor servicio posible a sus clientes.

ESFUERZO "Sí, supone un gran esfuerzo que en principio nadie te obliga a hacer, aunque yo opino que cada día hay que intentar ser más profesional y responder a la demanda del público con mayor calidad y servicio. Además, todo lo que sirva para mejorar la imagen de la profesión farmacéutica, merece la pena", afirma Matilde Torres.

Estas exigencias también se traducen en varios aspectos del trabajo diario, por ejemplo, el horario de atención al público es ininterrumpido de 9.30 a 22.00, y los empleados reciben cursos de formación y reciclaje cada mes. "Todo el personal debe estar comprometido con las iniciativas, de ahí su éxito. Cuanto más sepan ellos, mejor atienden al cliente, y éste lo percibe", señala. "Nosotros ofrecemos salud, dispensamos medicamentos. No es un servicio cualquiera, no podemos vender por vender", concluye.