Con esperanza, fe y abrazos se despidieron anoche los enfermos y voluntarios de sus familiares en su partida a Lourdes, en la decimoctava peregrinación interdiocesana a la localidad francesa.

Un año más la Hospitalidad de Lourdes de la diócesis de Coria-Cáceres ha organizado este viaje con un centenar de enfermos que pasarán cinco días en el santuario francés. En total son más de 350 los participantes que han viajado esta noche durante doce horas hasta el santuario galo, entre ellos unos 170 voluntarios de entre 14 y 65 años. "Es la primera vez que vamos, pero tenemos las mismas ganas de repetir que los que ya han ido otras veces, pasarlo bien y disfrutar de esta experiencia tan emocionante", comentaban los voluntarios más jóvenes de la peregrinación, que pertenecen a los scouts del grupo Alezeia.

Algunos de los enfermos que viajan están acogidos en las casas familiares de los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca. Una de las enfermeras, María del Campo Barriga, confesaba minutos antes de la partida en la estación de autobuses que era su primera vez, pero que "únicamente con verles la cara de ilusión y el fervor que transmiten, el trabajo se convierte en placer".

Otros participantes en el viaje son enfermos no residentes en casas u hospitales, como Aurelia Gómez, que a sus 73 años lleva doce años yendo ininterrumpidamente. Aurelia no sabía cómo explicar la sensación de estar allí y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas por la fe que en todas sus peregrinaciones la ha invadido. "Es como si estuvieses con tu madre y notases el amor que únicamente una madre puede darte", consiguió articular refiriéndose a la Virgen de Lourdes entre el jaleo y el nerviosismo que reinaban en el andén.

El obispo de Coria-Cáceres, Francisco Cerro, bendijo el viaje con unas oraciones antes de montar en los autobuses camino a la fe. Este año viajan de nuevo en siete autobuses, de los cuales dos están adaptados para sillas de ruedas y asientos especiales. Además, este año les acompaña una ambulancia de la asociación DYA con tres voluntarios técnicos de emergencias. Según Emilio Márquez, vicepresidente de la Hospitalidad, "debemos agradecer el altruismo de los voluntarios de la ambulancia, que nos acompañarán durante todo el viaje y no únicamente en la partida como otros años".

Un año más, el coro rociero animó la marcha de los peregrinos a golpe de guitarra y peineta. Muchos de los viajeros se animaron a bailar, y otros, simplemente, a lo que el cuerpo les permitía, dar palmas o cantar, pero siempre con todo el entusiasmo y la esperanza para muchos de que este viaje les dé ánimos para sobrellevar su situación un año más hasta la próxima peregrinación.