Cuando el sacerdote que oficiaba la misa en el santuario de La Montaña preguntó si existía algún impedimento para que la pareja se casara, apareció una mujer con su hijo y, señalando al chaval, dijo: "Sí, el impedimento es este niño".

El novio, sorprendido, giró entonces la cabeza y reconoció que aquel muchacho era fruto de una relación sentimental que había mantenido con la despechada. "Pero yo, con quien me quiero casar es con ésta", dijo mirando a su novia en el altar. El cura, finalmente, casó a la pareja, que hoy --muchos años después del suceso-- continúa con su feliz relación.

Lo recuerda Felisa Rodríguez, conocida cantante cacereña a la que no le faltan anécdotas. Una vez, fue a una boda y cuando llegó el momento de la comunión, los novios se negaron a comulgar. "Yo pensé: han invitado a todos menos a tí, Dios mío". En otra ocasión la invitaron a un enlace y, a la salida de la iglesia, "rociaron a la novia con un espray y le estropearon el vestido. La dejaron igualito que a una momia".

El lado nostálgico la sitúan en los convites del Patio --en la plaza de Santa Clara-- y en El Requeté. "El señor Getulio lo daba todo a plazos y era más fácil comprarse el vestido".