THtace tiempo me llamó un investigador parisino para conocer si existía documentación histórica sobre la presencia del cine en Cáceres. Me sorprendió que nuestra ciudad fuese punto de atención de un estudio, realizado por la universidad de La Sorbona, sobre un asunto tan peculiar como los orígenes del cinematógrafo en Europa y su difusión por todo el continente, a partir de 1895, cuando los hermanos Lumière inician la particular andadura de la historia del cine.

La primera proyección que se realiza en Cáceres se produce durante las ferias de 1897, solo un año después de que se realizara la primera proyección en España, por lo cual este nuevo invento llegaría de forma adelantada a la ciudad, convirtiéndose en una desconocida y novedosa atracción.

Los teatros Principal y Variedades incorporan el cinematógrafo como parte de su oferta artística, una oferta que comparten con todo tipo de obras teatrales. Cáceres se inicia de manera temprana en el conocimiento del nuevo invento que con el paso de los años se pondrá a la cabeza de aquellos espectáculos preferidos por el público.

La presencia de barracas itinerantes, especializadas en la proyección cinematográfica, se hace común en la ciudad. Bien en la plaza Mayor, en la plaza de San Juan o en la plaza de la Concepción. Los cacereños, de principios del siglo XX, conocieron diferentes barracas de madera que habían de ser las principales difusoras del nuevo invento, lo que sería la primera aproximación de las clases populares a un acontecimiento instructivo y artístico. En 1912 estaba ubicado en la plaza Mayor el denominado Palacio Luminoso que se presentaba como "gran salón de proyecciones electro-cinematógrafas-" ese mismo año tuvo que dejar libre el espacio que ocupaba ante la queja de los vecinos debido a la cantidad de tiempo que llevaba emplazada en el mismo lugar y las molestias causadas.

Se conocerían más barracas hasta la inauguración del Gran Teatro, en 1926, un espacio escénico que sería el primer local permanente de exhibición de películas. En 1926, ante lo inmediato de la inauguración del nuevo teatro, los vecinos de la plaza de San Juan se dirigen al ayuntamiento para que clausure la barraca Gabriel y Galán, que se encontraba en deplorables condiciones tanto estéticas como de seguridad por la cantidad de años que llevaba instalada.

Datos y circunstancias que nos acercan a la presencia de una expresión artística que, durante décadas, tendría una amplia presencia y repercusión entre los cacereños que descubrieron un mundo desconocido a través de las pantallas de las viejas barracas y posteriormente de los nuevos cines que se abrieron en la ciudad.