Womad transformó ayer el casco histórico cacereño en una fiesta para las músicas del mundo en la segunda jornada del festival. Más de 12.000 personas, según datos de la policía local, llenaron los escenarios del certamen multiétnico desde la tarde hasta la noche con un gran ambiente en calles y plazas y una magnífica temperatura que invitó a echarse a la calle. El público de todas las edades disfrutó de lo lindo del día, marcado como en el estreno del jueves por la normalidad y la ausencia de incidentes.

Antes de la medianoche, la voz africana de Salif Keita respondía a la multitudinaria respuesta de los espectadores en la plaza Mayor. Por el escenario principal de Womad habían desfilado antes los extremeños Alambiqueña del Oeste, que pasaron con nota su puesta de largo en un gran festival. Media docena de músicos que hicieron bueno el Womad más extremeño y que dieron paso a la energía de la peculiar fusión de La Shica. La artista ceutí destacó con una propuesta musical fresca y atrevida que combinó con el arte del baile con el que se inició en los escenarios.

Si la plaza Mayor fue un hervidero durante toda la noche, los otros dos escenarios abiertos del festival no le fueron a la zaga. En San Jorge, repleta con los sonidos bereberes de la francesa Hindi Zahra y el magnífico ritmo del quinteto Seckou Keita (Senegal-Reino Unido), se repitieron las mejores postales de anteriores ediciones. Con un público entregado y deseoso de escuchar, Womad volvía a demostrar que es capaz de mezclar a personas de distintas edades en torno a sonidos desconocidos de otras partes del mundo.

La israelí Mor Karbasi enseñó en la plaza de Las Veleltas cómo suena la música sefardí y el africano Bibi Tanga invitó a un viaje por su continente. En este escenario del festival esperaba también el mejor blues con denominación de origen extremeña a cargo de Inlavables, banda pacense con Gene García a la cabeza, que arrastró mucho público a pesar de coincidir con La Shica.

De nuevo se repitió el plasticón que ha hecho viejo al botellón . Los controles de la policía en los accesos funcionaron como en el estreno del jueves y fue fácil moverse por los distintos escenarios gracias a la ausencia de vidrio y de grupos sentados en el empedrado. A la noche del viernes le quedaba mucha cuerda aún. Womad había conseguido volver a enamorar poniendo la música en bandeja a los espectadores.