Periodista

Cuando aún el pavo sigue en el frigorífico esperando su momento de gloria, cuando nadie se ha atragantado aún con las uvas de la suerte ni los Reyes han pasado por Cánovas arrojando caramelos como balas, el Womad ha salido a la luz seis meses antes de la fecha prevista. Y es que eso de pensar en las fiestas por adelantado nos gusta en exceso a los cacereños porque, ¿quién no ha repasado uno por uno los puentes y los festivos nada más coger los nuevos calendarios?, ¿quién no se ha fijado ya en los días de descanso, en las próximas vacaciones de Semana Santa, la feria de mayo o el verano?

Hay que reconocer que la fiesta es la fiesta; de qué valdría si no, trabajar tanto, estudiar tanto.

Es el momento de ver la fecha del bautizo, del cumpleaños, cuándo se debe programar la despedida de soltero, la celebración de la boda, de la comunión... Y entre mazapán y mazapán, sacar el capuchón de semana santa para sacudir la polilla. Aunque para polilla, la del disfraz de carnaval.

En esto de las previsiones hay quienes se conocen al dedillo el nuevo calendario antes de estrenar el año y hay quienes, entre celebración y celebración, no se enteran en qué año viven.

Son fechas para marcarse buenos propósitos que, al poco tiempo, quedan sólo en eso.

Menos mal que tras la Nochebuena viene la Navidad y tras la Nochevieja, Año Nuevo. Menos mal que a una celebración siempre le sigue otra. El calendario está lleno de números rojos que nos harán más llevaderos los 365 días. Felices fiestas, éstas y todas las demás.