María Antonia Polo Cordero cosía a la aristocracia cacereña y a las señoras más potentadas del mundo rural que aliviaron a su familia de muchas necesidades. "¿Qué le debo señora María Antonia?" , le preguntaban las clientas. "Me traiga usted garbanzos y harina" , respondía la conocida modista. María Antonia se casó con Miguel García Figueroa, un artista marmolista que tenía su taller en la Casa Parroquial de la calle San Antón donde también cosía su mujer. A él se deben los mármoles del Gobierno Civil y del Palacio de Justicia, dos de sus obras más señeras.

A Miguel lo metieron en la cárcel porque en aquella época todo aquel que no estuviera de acuerdo con el régimen ya era rojo, así que acabó en la prisión provincial de la carretera de Monroy. María Antonia iba a llevarle la comida todos los días a la cárcel. Una vez, un capitoste político quiso conseguir de María Antonia una rebaja sustanciosa por unos vestidos aprovechándose de la delicada situación de su marido. Pero María Antonia, temperamental como pocas, cogió al susodicho por la solapa y lo tiró escaleras abajo.

Otro día, estando en la cola de la penitenciaría, presenció María Antonia cómo un guardia civil llamaba ramera a la mujer de uno de los reclusos. "¡Si vuelve usted a meterse con ella me lo cargo!" , gritó entonces María Antonia al superior en presencia del teniente de la Guardia Civil. La mujer del teniente era clienta de la modista, así que el civil se quitó de en medio echando leches.

Miguel salió de la celda a los 8 meses porque tuvo la suerte de que nunca lo llevaron al pelotón del tú sí, tú no , vamos, que no lo fusilaron, aunque como secuela le quedó una lesión de corazón que se lo llevó para siempre 7 días antes de cumplir 52 años.

Su estancia en la cárcel hizo que un cura, siguiendo la caridad divina, invitara a Miguel y María Antonia a salir del piso arrendado en la Casa Parroquial. Entonces se fueron al 3 de la calle San Pedro (donde está Monte Bianco).

Miguel trasladó su taller al Camino Llano, a La Churreta, que era la plaza situada detrás del edificio Norba y que la gente llamaba así porque era el lugar donde los cacereños iban a cagar. En la calle San Pedro María Antonia instaló su negocio. Allí cosía a los López Montenegro, a los Ordóñez, a los Murillo, a los Acha, a la baronesa de Velasco...

María Antonia compraba las telas en Casa Correa, de José Correa, que estaba en Pintores y que tenía una gran tienda de tejidos. María Antonia tenía una enorme capacidad de organización e improvisación. Una vez, horas antes de entregar un vestido a una novia que se casaba esa misma tarde, una aprendiza quemó el traje con la plancha. Sin dudarlo, María Antonia metió la tijera, hizo un corte triangular y sobre aquel tremendo siete estampó un lazo. Nadie se percató de la quemadura y hasta la novia la felicitó por semejante innovación no contemplada en el diseño original.

El matrimonio tuvo 7 hijos: Encarnación, Miguel y Mauricio (ya fallecidos) y Manolo, Antonio, Charete y Fernando. Este último, Fernando García Figueroa, nació en 1934. Fue a la escuela de la Montaña con don Licerio, don Gabriel Medina, que marcó una impronta, don Florencio Manzano y la mujer de don Pablo Aguilera.

Sus amigos eran Francisco Durán Acedo, Julio Herrero Paredes, José María Rey Santos, Santiago Fraile, José María e Ignacio Acebes... Jugaban a la pelota de trapo, al fútbol con las chapas de las gaseosas (un garbanzo era el balón), al clavo, al rescate... y se construían sus propios juguetes. Los favoritos eran el tanque o carro blindado que se hacía con el carrete de madera de las bobinas de hilo, y el cine, que se confeccionaba con cajas de zapatos.

El primer trabajo de Fernando llegó a los 7 años. Fue en la casa de los García Hermanos, que era un ultramarinos de la calle San Pedro regentado por don Fernando García, donde barría y limpiaba. Don Fernando le daba la merienda, que entonces era un sueldo como quieras. Era un hombre de gran humanidad, a cuya tienda llegaba gente humildísima en busca de provisiones para el cocido que muchas veces regalaba.

La librería

El segundo empleo de Fernando llegó a los 11 años. Fue en la Papelería López, en el 13 de San Pedro. La llevaba Juan José López Jiménez. Era una papelería de prestigio porque tenía artículos y clientes nada corrientes.

En 1951 entró de botones meritorio en la Caja de Ahorros de Cáceres, pero como Fernando era muy contestatario se enfrentó a la autoridad del entonces director general, don León Leal, y lo echaron a la calle.

Fernando volvió entonces a la papelería hasta que en 1962 preparó oposiciones al Ministerio de Agricultura y accedió a un puesto de auxiliar técnico del Iryda hasta que en 2001 se jubiló.

Fernando conoció a María del Olvido Rubio con unos prismáticos cuando ella iba cada día a clase a Fuente Rocha. El la piropeaba y ella le sacaba la lengua. No paró hasta hacerla su novia. Con las 5 pesetas que la madre de Fernando le daba a la semana iban a La Ferroviaria, que vendía pistolas (botellas de Coca Cola) a 1 peseta, al bar El Sordo, de Moret, al Avenida, a la taberna El Nido, que estaba en Felipe Uribarri, y a La Catalana, que llevaba Concha, que era catalana y que instaló su negocio en Moret, al lado de Calzados Marta.

Se casaron en Fátima y el convite fue en el antiguo Alvarez. Arrendaron un Seat 600 y por 3.700 pesetas se fueron a Málaga de luna de miel. Han tenido dos hijos: Luis Fernando y Jesús María, Epi.

Pero si por algo es conocido Fernando es por la Librería Figueroa. ¿Cómo nació Figueroa? Bien. Un día María Antonia, la madre de Fernando, le dijo a su hijo: "Charete no ha ido a escuela, ha sido vuestra criada, os ha vestido, os ha cocinado, os ha cosido, ha sido vuestra segunda madre. Hay que echarle una mano" . Aprovechando que la familia tenía un local en la calle Moret, qué mejor que abrirle a Charete una modesta papelería, que aún se mantiene y que ahora regenta un sobrino de Fernando.

En 1975 esa papelería se haría internacionalmente conocida gracias a un señor llamado Andrés Martín Piris que entonces era el cabo más antiguo de la plantilla de la policía municipal de Cáceres. Estaba un día Fernando en una concentración parcelaria en Calzadilla montado en un Land Rover cuando le suelta el conductor: "¡Coño, Fernando, pues ayer se metían con usted en el EXTREMADURA!" . "¿Conmigo?" , preguntó asombrado Fernando. "Bueno, con el negocio que ustedes tienen. Parece que un guardia ha montado allí un cirio y ha quitado una lámina de un desnudo" .

Cuentan que el cabo Piris, al ver en el escaparate una lámina de la Maja Desnuda de Goya entró en la papelería y le dijo a Charete: "Puedo cerrar este negocio porque se vende pornografía y a esa que tiene usted ahí tiene que quitarla" . Charete replicó al cabo: "¡Pues eso no se quita!" , "¡Pues yo pongo un oficio al gobernador!" , zanjó el cabo.

La acalorada discusión la escuchó el conocido decorador Giradi, que luego se encontró con un periodista del EXTREMADURA y que convirtió a Charete en Agustina de Aragón y a Cáceres en la chirigota nacional, sobre todo en la chirigota francesa porque las emisoras galas nos dieron mucha caña. El cabo Piris acabó inspirando un vodevil que se estrenó en Madrid y que tuvo un éxito sin precedentes.

Cáceres ha dicho adiós a Carlos Alcón, el reconocido ginecólogo cacereño, en una semana en la que la ciudad ha vuelto a brillar con su Feria del Libro y su Foro Sur de la Preciosa Sangre con presencia hasta de Martín Villa.

Letizia visitó Trujillo y en Cáceres aún hablan de su delgadez. Suenan los fados de Juan Santamaría en Santo Domingo y Fernando Figueroa abre su enciclopedia de Goya. En ese momento, el grupo teatral Staff-Art irrumpe en el Foto Sur del Hotel Albarragena y macizos guardaespaldas acarician a una poli rusa que, cuál ebúrnea Maja Desnuda, se contonea y grita: "¡Comienza el vodevil. Miradme, tocadme, hoy no habrá oficio al gobernador!" .