Ya era hora de que las dichosas obras de ensanche de la zona de San Francisco y Mira al Río dieran comienzo, a ver si ahora dejan de llorar algunas plañideras de la ciudad.

Aunque ya sé que mi inteligencia, como la de algunos llorones, no me alcanza a más distancia que la de mi brazo extendido, no entiendo las tesis expuesta por algunos, que tal y como se han comportado cualquiera podría pensar que de lo que se trata es de derruir el puente romano de Alcántara.

Para que una obra o monumento esté por encima del desarrollo, tiene que reunir tres premisas. Primero, que históricamente sea importante. Segundo, que artísticamente sea interesante. Y tercero, que sea útil a la sociedad. Que yo sepa, el actual puente de San Francisco, ni antes ni después de su reforma, reunió ninguna de estas exigencias.

Con su desaparición --quedará en una rotonda como símbolo--, al menos ya no volveremos a ver más camiones atascados en su túnel, y lo que es más importante, se agilizará el tránsito tanto peatonal como automovilístico.

También es posible que aquellos que se oponían de la forma que lo hacían a la ejecución del parque del Rodeo tengan que reconocer ahora su gran error, y los que les azuzaban, tengan que buscarse otro tema o campo donde hacer leña.

Mi felicitación para el alcalde de Cáceres, José María Saponi, y los concejales de Obras y Mantenimiento, Joaquín Rumbo, y de Fondos Estratégicos, Javier Castellano, que han comprendido que no se puede gobernar a gusto de todos. Como tampoco se puede pretender que todos nos voten. Pero ahí está la grandeza de la democracia.

Si no se realizan las obras de las que un gobierno, ya sea municipal o regional o nacional está convencido, jamás se hará nada, que es lo que pretenden los contrarios y los que te niegan su confianza. Porque si por debilidad fuiste complaciendo a éstos y aquellos, después dirán en la próxima ocasión que no hiciste nada por tu incompetencia. Y claro, no tendrían que esforzarse mucho para convencerlos.

No comprendo por qué los que van a Madrid, no siguen pasando por el puerto de Miravete; hay que ver qué desastre para el Medio Ambiente resultan la autovía y el túnel.

O por qué se hace la Autovía de la Plata hasta Plasencia, con lo divertido que resultan los Riberos del Tajo y Almonte, detrás de una flota de camiones hasta el pueblo de Cañaveral. Queremos progreso y desarrollo, pero queremos ignorar que eso también exige algún sacrificio.