La inauguración del Centro de Cirugía de Mínima Invasión coloca a Extremadura, y en particular a Cáceres, en la vanguardia de la investigación científica. Este hecho no es un milagro. Se debe a la conjunción de las ideas y de los esfuerzos. Las ideas han venido de una persona de la brillantez del doctor Jesús Usón, merced a cuya tarea la capital cacereña ha pasado de ser una ciudad conocida por su pasado a ser pionera en el mundo de la investigación.

Pero esta idea bien pudo desarrollarla en otro lugar. Ha sido necesaria también la perspicacia de la Junta de Extremadura para adivinar el potencial que tenían aquellos primeros pasos dados en la facultad de Veterinaria y el esfuerzo económico y el apoyo moral que ha dispensado a la idea primigenia. No se han quedado atrás instituciones como la Diputación Provincial de Cáceres y la Universidad. Y menos aún la pléyade de cacereños que con su trabajo han contribuido a colocarlo en lugar tan privilegiado. Se demuestra, por lo tanto, que somos capaces de hacer las cosas tan bien o mejor que los demás. No solamente es necesario tener ideas, pues hay mucha gente que las tiene, es imprescindible saber discernir entre ellas para apoyar las que producirán frutos y ser constantes. Hay razones para el optimismo.