Es fácil imaginar a los integrantes del colectivo Artistas y Obreros del Mundo altamente satisfechos del coordinador de la sección de Artes Plásticas del Ateneo para la muestra erótica ´Febrerillo el loco´, en el café La Fusa, por la inmejorable promoción gratuita que acaba de proporcionarles. Y aunque los méritos artísticos de sus producciones no alcanzaran cotas sublimes, ante su experto en márketing hay que decir ´chapeau´.

Felicitaciones merece por el nombre que ampara al grupo, que evidencia su vanidad y carácter pretencioso, y, ya que la ética y el juego limpio no parecen quitarles el sueño, por la eficaz movilización de los amigos para arrebatar --en la anunciada votación popular-- el primer premio con una obrita apenas discreta, en la línea de la que fue descolgada luego por breves horas... que les fue admitida (mal hecho) fuera de plazo.

Hasta aquí, todo habría quedado en un modesto premio más para el currículo... y el incidente momentáneo de una obra retirada precipitadamente por decisión personal del coordinador ante la presión de cierto público, pero repuesta de inmediato, tras conocerse el incidente por la directiva del Ateneo, con excusas para los artistas, que las aceptaron.

Pero luego lo pensaron mejor. Su pertenencia a los medios les permitía una oportunidad de oro que no se podía dejar escapar: era preciso orquestar un sonado escándalo. En su papel de Artistas Ofendidos del Mundo tenían en bandeja un excelente trampolín para saltar de la noticia local a plataformas de ámbito nacional, aunque para ello hubiera que arrastrar por el suelo el prestigio del Ateneo o el de Cáceres. ¡Qué más daba! El reclamo del orgullo ofendido y el tabú del arte censurado tenían ya su resquicio para escapar de la caja de Pandora hacia el infierno de las vanidades y no cabría reparación posible.

Pero sí echar leña al fuego mediante un reportaje ambiguo que adjudica al Ateneo la decisión personal del coordinador, con entrevistas que componen un coro de voces discordantes, porque cantan de oído. La noticia se convierte en la comidilla local. Muchos se congratulan de ello. Da la impresión de que para la propia mediocridad de ciertos personajillos locales resulta intolerable el prestigio que día a día va conquistando el Ateneo en su tarea de divulgación del conocimiento, el arte y la cultura. Prestigio ya reconocido fuera de Cáceres, pero que aquí parece suscitar recelos entre algunos.

Las protestas eran previsibles en una sociedad tan conservadora como buena parte de la cacereña, ante la provocación --más oportunista que artística-- que supone la mezcla conceptual de erotismo y santidad: la orquestación del escándalo del mojigato es aquí tarea tan fácil que casi causa sonrojo el plantearla... Pero, funciona.

En cuanto a la bufonada de Alonso de la Torre, si a los artistas manipuladores del escándalo les corresponde la parcela de estupidez que se deriva de la vanidad y el orgullo desmedidos --como analiza Paul Tabori en su ´Historia de la estupidez humana´-- al ilustre gracioso oficial le salpica la que se refiere a la credulidad y candidez, que podría haber obviado igualmente con una simple llamada al presidente de la institución que ataca. A menos que se trate de mero corporativismo, De la Torre ha actuado irresponsablemente al poner en la picota, sin causa, al Ateneo y a la candidatura de Cáceres 2016.