Tras el juicio celebrado ayer contra un maltratador acusado de intentar estrangular a su pareja, así como de retenerla contra su voluntad y abusar de ella cuando estaba inconsciente, el fiscal elevó su petición de condena de 28 años y siete meses de prisión a 32 años y medio, cuatro años más al considerar de aplicación la agravante de parentesco --eran pareja cuando ocurrieron los hechos y son primos-- que en un principio no tuvo en cuenta.

A Abdellataf Sataa, un marroquí de 33 años residente en Losar de la Vera desde hace 14, se le acusa de que en la madrugada del 26 de mayo del año pasado impidió a la que entonces era su pareja, también marroquí, que se marchara de su casa; para ello llegó a intentar estrangularla con una cuerda y cuando, a consecuencia de este hecho, la mujer perdió el conocimiento, abusó sexualmente de ella.

Ayer, en el juicio, el acusado se declaró en todo momento inocente y manifestó que fue ella la que intentó suicidarse y él se lo impidió. "Llegó a casa muy borracha y entró directamente en el cuarto de baño, cuando salió vi que se había atado una goma de bicicleta en el cuello y fui corriendo a quitársela", aseguró. Negó asimismo el delito de abuso sexual, pues según indicó "tras quitarle la goma del cuello la acosté y me fui al salón, pero ella me llamaba insistentemente, preguntándome si ya no la quería, por lo que fui a tranquilizarla y al final terminamos haciendo el amor"; así como también el de detención ilegal, "pues yo nunca la impedí que se marchara, solo la pedí que se quedara para hablar al día siguiente porque estábamos los dos muy borrachos, a lo que ella, que tenía llaves de la casa y salía siempre que quería, accedió".

Lo único que reconoció fue que, pese a ser consciente de la orden de alejamiento, vivían juntos "porque nos queríamos y porque ella no tenía donde ir y estaba ilegal, todavía no tenía los papeles", hizo constar. Fue precisamente en ésto en lo que su abogada justificó que él no llamara a los servicios sanitarios, "porque tenía miedo por él, por la orden de alejamiento, y por ella, que no tenía papeles".

La mujer, por su parte, reconoció en el juicio que vivía con el acusado porque quería y que aquella noche había bebido mucho y tomado drogas, pero también que se quería ir de la casa y él se lo impidió, así como que intentó estrangularla. En cuanto a las amenazas de muerte que él la profirió, que ante la Guardia Civil y en el Juzgado sí relató, ayer manifestó que no recordaba nada más "porque cuando vi la cuerda me desmayé".

TERRIBLES DAÑOS Nadie salvo el acusado y su expareja pueden saber con absoluta seguridad lo que ocurrió la madrugada del 26 de mayo del 2005 en la vivienda del primero, situada en la calle Colón de Losar de la Vera, pero lo que sí afirmaron todos los agentes de la guardia civil que intervinieron es que las lesiones que la mujer presentaba la tarde del día siguiente --profundas marcas alrededor del cuello, el rostro y los ojos totalmente amoratados y enrojecidos, y la lengua inflamada-- "eran espeluznantes", hecho que acreditan, hizo constar el fiscal, las fotografías que se le tomaron.

Para el fiscal "los hechos que prueban la culpabilidad del acusado han quedado sobradamente acreditados", y cuestionó la afirmación del acusado de que ella había intentado suicidarse, "pues es más que dudoso que una persona pueda hacerse a sí misma las lesiones que esta mujer presentaba".

La abogada del acusado, por su parte, pidió su absolución, "ya que son numerosas las dudas que existen y que impiden probar, sin ningún genero de duda, que Abdellatif Sataa es culpable de los hechos de los que se le acusa", advirtió. Así, cuestionó el por qué si quería matarla cuando al día siguiente despertaron la ayudó, "pues hay que recordar que fue él quien llamó a una vecina, no ella"; y, pese a reconocer la gravedad de las lesiones que la mujer presentaba, hizo constar que no se había demostrado cómo y quién las hizo, "ya que él no tenía marca alguna de forcejeo, y si es verdad que intentó estrangularla es lógico pensar que ella intentara defenderse". El único delito que reconoció fue el de quebrantamiento de condena, por el que solicitó una multa de 547 euros.