La fiscalía ha solicitado un informe pericial para comprobar si la obra que se está realizando en la calle Olmos para levantar el Hotel Atrio está afectando a la estabilidad del palacio de los Golfines, situado al otro lado de la vía. Fuentes autorizadas de la fiscalía confirmaron a este diario que se ha solicitado la evaluación de los peritos, como parte de las diligencias que iniciaron el año pasado los propietarios de este palacio, que atribuyen a la obra de Atrio una serie de desperfectos en el edificio. "Es probable que el juez no haya recibido aún las diligencias", señaló esta misma fuente, que aseveró que "la paralización o no de las obras la determinará el juez responsable, dependiendo de si ese informe pericial concluye o no que peligra la estabilidad del edificio". Ayer, sin embargo, un diario regional daba por presentado el informe y por solicitado por la fiscalía la paralización de las obras.

Sobre esta cuestión el juez titular del Juzgado número 5 de Cáceres, Joaquín González Caso, afirmó ayer por la mañana que no había recibido aún tales diligencias y que por tanto no había iniciado ninguna investigación, como afirmaba el mismo diario que había hecho. "Solicité información sobre el caso a la fiscal responsable y cuando la reciba y vea qué pide, por qué y si hay motivos suficientes, resolveré lo que sea oportuno", aseveró.

Las diligencias sobre este caso se iniciaron el año pasado, con la denuncia de los propietarios del Palacio de los Golfines, Mercedes López- Montenegro y Pascual Churruca, que consideraban que la obra en el solar situado al otro lado de la calle estaba ocasionando un daño grave a su inmueble. "Lo pusimos en conocimiento del juez y pedimos que se hicieran los estudios necesarios", afirmó ayer Pascual Churruca, que negó haber solicitado la paralización de las obras. "No tenemos nada en contra del hotel, sino del daño que se nos ocasiona", afirmó.

INFORMES FAVORABLES Para rebatir a las voces en contra del proyecto, uno de los propietarios de Atrio, José Polo, compareció ayer por la tarde cargado de documentos y de argumentos en defensa de "la escrupulosa legalidad" con la que se está llevando a cabo el proyecto.

"Nadie ha tenido un proceso tan escrupulosamente legal como el nuestro. Y digo nadie, ninguna empresa o institución", señaló el propietario en referencia a otras intervenciones en el entorno monumental, exentas de la polémica que ha acompañado desde el principio al proyecto que ellos pretenden llevar a cabo en San Mateo. Por ese motivo el empresario afirmó estar "tranquilo, porque todos los los informes que se han emitido son favorables", dijo. Igualmente confía en que el juez del caso finalmente lo archive.

"Nadie que ha realizado una obra en el casco histórico ha tenido a un arqueólogo en la intervención desde que ha comenzado la obra", dijo visiblemente molesto ante las sospechas sobre el proyecto y como muestra de la cautela con la que se ha llevado a cabo la excavación de 6 metros de profundidad que incluye.

Polo explicó que al ayuntamiento les prohibió inicialmente el uso de un martillo neumático --la fórmula habitual para romper las rocas-- lo que les obligó a poner en marcha otro sistema para realizar el vaciado: cemento expansivo, con el que se introduce el cemento por un agujero que se realiza en el suelo y este rompe la roca. Posteriormente el ayuntamiento les autorizó a usar un modelo concreto de martillo de potencia limitada, para perfilar los muros que se van a mantener en pie y ante el riesgo que podía suponer hacerlo manualmente --con un pico-- para los trabajadores.

Polo explicó que durante todo el periodo de excavación se instalaron, a instancias del ayuntamiento, unos sensores (acelerómetros) en los edificios más próximos, para evaluar el posible impacto de la obra. Los informes posteriores que elaboraron concluyen que la vibración transmitida por las máquinas utilizadas estaba "por debajo de los niveles permitidos", y que esas vibraciones "no influyen en la evolución de las fisuras y grietas estudiadas --en el palacio de los Golfines-- cuya evolución habrá que buscarla bajo un estudio pormenorizado de patologías del edificio". El informe recuerda que el edificio contiene varios aljibes, ha sufrido ataques de termitas y se usa para una actividad hostelera "que también puede haber influido en su deterioro".

En otro informe de enero del 2009 motivado por una nueva queja de los López-Montenegro por el deterioro de las almenas de la cara norte de la torre, los técnicos municipales explican que "estas almenas han perdido parte del remate protector de la pizarra, con lo que el agua de lluvia se filtra... hay que sumar el efecto perjudicial de los excrementos de las aves y de las fuertes rachas de viento en esta altura, la presencia de musgos y líquenes, la falta de mantenimiento y otros factores", recoge el informe.

Además, por la forma de las grietas --ancho en la parte superior e inapreciable en la inferior-- "nos lleva a indicar que el estado en que se encuentran, nada tiene que ver con las vibraciones del hotel Atrio", conlcuye y recuerda a los propietarios de los Golfines, que hay materiales sueltos en esa torre y que "su caída puede afectar a transeúntes de las calles aledañas", según leyó José Polo. "El deber de conservación de los edificios corresponde a sus propietarios", añadió, leyendo el texto. Y concluyó: "Los informes demuestran que se está haciendo con tal rigor que no hay motivo para pensar que nuestra obra pueda estar afectando al Palacio de los Golfines".