Esta vez Elena Nevado no ha querido especulaciones. Ha pretendido dejar claro desde el primer momento que la que manda y tiene la última palabra en el gobierno local es ella. Y el ejemplo es la foto del pasado jueves. A un lado ella y al otro los ediles de Ciudadanos antes de empezar una reunión cuyo final se sabía desde que se convocó y que acabó con el anuncio de un acuerdo entre el gobierno local (PP) y Cs que permitirá la aprobación de los presupuestos de 2018.

Hace un año Nevado aparecía como un obstáculo para que gobierno local y Ciudadanos llegasen a un acuerdo para aprobar las cuentas y la conclusión fue que el pacto entre ambos partidos se alcanzó gracias a la intermediación de Rafael Mateos en su papel de principal interlocutor con Cayetano Polo.

Mateos sigue siendo el puente con Polo, pero Nevado ha querido que esta vez no haya dudas de que la que tiene la última palabra es ella. Por eso en las dos únicas reuniones que se han hecho públicas de los contactos entre ambos partidos ha estado presente la alcaldesa, que además fue la encargada de anunciar que había un acuerdo que encarrila los presupuestos.

Nevado puede presumir con esa foto de que ha aprobado tres presupuestos en minoría. Y Polo también puede presumir de que ha sacado del gobierno una rebaja fiscal, además de otras decisiones que se rechazaron o quedaron arrinconadas después de que hubiesen pasado por el pleno de la corporación local. En la práctica la suspensión del cobro del impuesto de Plusvalía no hace más que aplicar lo que dice el Constitucional, y ya estaba contemplada de cara a su regulación en la Ley de Haciendas Locales, y la bajada del IBI supondrá un ahorro que para muchos contribuyentes rondará un euro al mes, como se ha encargado de recordar Luis Salaya. Pero con la foto se escenifica la aprobación de un nuevo presupuesto local, algo que hace tres años parecía poco probable con los resultados de las elecciones municipales.

La rebaja fiscal acordada ha obligado a María Guardiola y a los servicios económicos a afinar las previsiones de ingresos, que se deben guiar por un principio de prudencia, quedarse corto porque la mayoría de los gastos son fijos y no todo lo que se prevé ingresar se acaba recaudando y ahora ya no hay barra libre para que el déficit se dispare.

INCUMPLIR LA NORMA Esa prudencia ha faltado en la tramitación del presupuesto participativo. Para que se hagan propuestas de inversión no hace falta saber qué se va a gastar en el contrato de la basura, porque es un coste fijo regulado en un contrato, o qué se espera ingresar del impuesto de Vehículos, que es una previsión basada en lo recaudado el año antes. Para hacer esas propuestas basta con conocer cuál es la cantidad máxima que hay para destinarla a las inversiones que se elijan.

Pero el gobierno local está incumpliendo la propia metodología que se dio para tramitar el presupuesto participativo al no publicar en la web el anteproyecto de las cuentas cuando se inició el plazo para presentar propuestas y no facilitar toda la información posible. La participación pública en los presupuestos está garantizada por ley y las cuentas se expondrán al público tras su aprobación inicial, de eso no hay duda, pero no cumplir con los trámites y correr trae a veces resultados contraproducentes como pasó con el presupuesto de 2012.