Monseñor Francisco Cerro fue ordenado ayer nuevo obispo de la Diócesis de Coria-Cáceres ante más de 3.000 fieles --según estimaciones de la policía local-- en una ceremonia celebrada al aire libre y marcada por el fuerte calor en la plaza de la Catedral. Arropado por 32 obispos y arzobispos y más de 300 sacerdotes, el prelado expresó el deseo de que su misión evangelizadora esté marcada por la humildad y la atención a los necesitados de amor. "No hay evangelización mientras no se vaya a los pobres", subrayó.

Entre las numerosas autoridades que asistieron al acto se encontraban Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura; Carmen Pereira, delegada del Gobierno en la región; el subdelegado en Cáceres, Fernando Solís, y Carlos Floriano, presidente del PP en Extremadura. También hubo una amplia representación de los ayuntamientos, entre ellos, de Malpartida de Cáceres de donde es natural el obispo y del anfitrión, Coria. Carmen Heras, alcaldesa de Cáceres, también estuvo presente en el acto, además de su antecesor, Ciriaco Benavente, obispo de Albacete.

De color púrpura y con alba, estola y casulla, el nuevo prelado se planteó como primera "clave" de su mandato "evangelizar en primer lugar a los más pobres" sin los que, dijo, "no hay fecundidad en los planes pastorales". En este sentido, reflexionó sobre la importancia de comenzar "por los desheredados de la tierra", entre los que citó, "como nuevas formas de pobreza y carentes de amor, a enfermos mentales, depresivos, separados, divorciados, jóvenes y ancianos a los que no quiere nadie".

En su alocución, Cerro Chaves se encomendó también a la Virgen María de la que, dijo, "ha sido muy importante en momentos transcendentales de mi vida". Recordó su formación en el Seminario de Cáceres y la llamada de Dios a los 14 años. En octubre próximo cumplirá los 50.

EXPECTACION Ante la masiva afluencia, el obispado había optado con anterioridad por celebrar el acto al aire libre, convertido en una manifestación de apoyo popular al obispo. Los exteriores de la catedral se fueron cubriendo de público desde primeras horas de la tarde en las carpas instaladas para combatir el calor. Con puntualidad, comenzó a las 17.30 horas y se prolongó más de dos horas y media. Manuel Monteiro, Nuncio del Papa en España, actuó como ordenante principal y fue el encargado de cumplir con el ritual.

Tras la homilia, el prelado se sometió a un turno de preguntas y promesas y los obispos le colocaron las manos como símbolo de la transmisión de poderes. A continuación, el nuncio impuso el libro de los Evangelios sobre su cabeza para mostrar que una de sus tareas será la predicación del palabra de Dios. A continuación, el acto se completó con los ritos de la unción con el crisma, la imposición del anillo y la mitra y la entrega del báculo.

Monseñor Francisco Cerro se convierte así en el obispo número 118 de la historia de la diócesis tras una trayectoria ligada a Toledo y Valladolid, archidiócesis de la que procede, donde antes ha desempeñado tareas de capellán del Santuario Nacional de la Gran Promesa, director del centro de formación del Sagrado Corazón de Jesús, además de delegado de pastoral juvenil y profesor de teología. Mañana presidirá su primera misa en la Concatedral de Cáceres.