Con el agua del grifo de Fuente Fría se abastecen cada tarde cientos de cacereños, que llevan décadas acudiendo a ella para coger su agua y consumirla en sus casas. Aunque parezca una situación bastante normal, no lo es, ya que el ayuntamiento ha dictaminado en varias ocasiones que el agua de esta fuente no es potable.

Carrasco Cortés y Joaquina de la Osa son dos jubilados que llevan 25 años acercándose hasta San Francisco para llenar sus garrafas. Pese a la edad que tienen y el esfuerzo que conlleva trasladar las garrafas hasta su casa, "no dejo de venir, me encanta este agua y siempre he bebido de esta fuente", comenta de la Osa. Aunque él asegura que nunca ha llegado a ver la placa que puso el ayuntamiento. "De todas formas --dice-- si la vuelven a poner, seguiré viniendo hasta aquí a por el agua".

Desde hace mucho tiempo, Fuente Fría es un lugar de reunión entre vecinos. Entre ellos, José Manuel Casal lleva 14 años consumiendo este agua. "Ahora me llevo 20 litros", declara mientras guarda sus garrafas en un carrito de la compra a modo de transporte.

El agua ha empeorado

El estado de Fuente Fría ha ido empeorando a lo largo del tiempo. Según explica Casal, "lo que hace falta a esta fuente es limpiarla, tiene muchas ramas por dentro, desde que vinieron a limpiarla la última vez han pasado ya ocho años".

En verano, la queja de los vecinos es constante debido a la escasez de agua que vierte el grifo: "En verano es normal, hay menos agua y tardamos un montón en llenar una garrafa", declara María García, una vecina del barrio cargada de ocho garrafas.

La placa que el ayuntamiento colocó para evitar que el agua fuera para consumo humano "apenas duró quince días puesta", declara Casal, y añade que "de todas formas aunque siguiera la placa continuaría viniendo a por el agua, es buenísima". Hace varios años el ayuntamiento arregló los grifos de la fuente, "si de verdad el agua no fuera potable, lo que tienen que hacer es tapiar la fuente, y así nadie vendría", concluye Casal.

Federico Carralejo se acerca puntualmente a llenar un par de garrafas. "Yo uso este agua para mis tortugas, no tiene cloro y les va genial", la razón por la que no usa este agua para consumo propio es porque en su día vio la placa que ponía que no era potable: "yo nunca he bebido de aquí, aunque entiendo que la gente del barrio venga a hacerlo".

Antonio López Amado, otro de los vecinos que va a Fuente Fría se fue cargado de ocho garrafas de cinco litros. El lleva bebiendo de este agua desde que tenía 18 años: "el agua del grifo de Cáceres es malísima, este agua es mucho mejor".

Jacolo Bernál supo de la existencia de esta fuente a través de un amigo que le pidió ayuda para transportar las garrafas. Desde aquella ocasión, consume diariamente el agua de aquí. "A mí me encanta, además supone un gran ahorro para mi bolsillo", dice.

Alma Gutiérrez reside en un pueblo en la frontera de Portugal, "allí desde siempre he bebido de una fuente, al saber de la existencia de ésta, no he dudado en venir".