Empresarios de la calle General Ezponda reclaman al ayuntamiento medidas para revitalizar esta zona ante la progresiva falta de actividad comercial. En la actualidad, sólo siete negocios, en su mayoría de hostelería, a excepción de una frutería y una multitienda-locutorio telefónico, permanecen abiertos en esta calle, restringida ahora al tráfico tras las obras realizadas en el entorno de la plaza de la Concepción.

La preocupación de las empresas radicadas en General Ezponda ante el futuro de sus negocios queda patente como explicaron los propios afectados. Emilio Rey, propietario del restaurante El Toro, reclamó al ayuntamiento que permita la instalación de terrazas para atraer al público, aunque para ello se tenga que retirar mobiliario urbano y cerrar totalmente la calle al tráfico, incluso a taxis y autobuses. Para Rey, a General Ezponda "se le está dando la puntilla" y consideró prioritario para su revitalización la apertura del hotel en el inmueble de la Fundación Valhondo Calaff.

A estas demandas se unieron otras como la del hostelero Carlos Jiménez, del establecimiento Burladero de Galvao, quien señaló que falta iluminación lo que ha provocado una disminución de público. La disminución de actividad comercial también ha repercutido en los precios de alquileres y vigencia de las licencias de actividad. Este diario pudo confirmar que el coste de los alquileres mensuales para locales con un máximo de 90 metros oscilan entre los 480 euros (80.000 pesetas) y 250 (42.000 pesetas). El problema para los locales de copas cerrados radica en la vigencia de las licencias que caducan a los seis meses del cierre del establecimiento y que, en caso de reapertura, nunca pueden ser de la actividad anterior. Esta situación se da en al menos un local en alquiler.

PETICION EMPRESARIAL La crisis de la zona fue denunciada por la Federación Empresarial Cacereña. Su secretario general, Pedro Rosado, explicó que la calle "no tiene ningún futuro" por la ordenanza municipal de ruidos que, dijo, "impide que pueda abrirse ningún establecimiento hostelero. Ha sido la muerte de la zona y, a los que están tampoco les dejan hacer obras".

Rosado argumentó que la normativa municipal, junto al botellón y los cortes de tráfico, hacen que los bares no puedan reabrir y que los abiertos tampoco puedan renovarse. "Acaban en una situación en la que no pueden ni reacondicionarse ni transformarse. Si cierran, ya nadie más los puede volver a abrir como bares porque pierden la licencia tras seis meses". A pesar de ello, Rosado se mostró partidario de que la calle esté destinada a negocios de hostelería. "Por su enfoque urbanístico no puede ser otra cosa", subrayó.

Para ello, solicitó al ayuntamiento que levante la calificación de zona saturada. "Si esperan que se ponga una mercería o unas oficinas, lo llevan claro. La zona se está convirtiendo en suburbial", subrayó. Asimismo, el portavoz de la Federación Empresarial Cacereña añadió que no se explica "cómo una zona se puede considerar saturada si está muerta" y explicó que la ordenanza recoge la posibilidad de levantar esta calificación.

"La primera posibilidad de revitalizar la calle es que se instalen negocios, pero antes hay que levantar el veto", dijo. Fuentes municipales expresaron la voluntad del equipo de gobierno de "estudiar" la propuesta de la federación empresarial cuando ésta se curse oficialmente.