Las ciudades comienzan a recobrar su pulso municipal. El 14 de junio se constituyeron las corporaciones. En Cáceres el evento tuvo un aroma a cosa ya vista, quizá por la antigüedad en el puesto de la persona que hoy es el alcalde y nadie, ni funcionarios, políticos o allegados pudimos retraernos a esa sensación. Cáceres se dispone a ser testigo de un nuevo período con el PP gobernando en mayoría absoluta, por paradojas de la vida y de la ley D´Hont. A cuantos se dediquen a trabajar les harán falta unas buenas dotes pedagógicas para explicar su cometido, pues en política no siempre es realidad lo que parece, ni los seres humanos entienden las cosas de la misma manera aun usando el mismo vocabulario. Al cabo, todo parece reducido a una mera cuestión de confianza, o de optimismo si se quiere, en las posibilidades de uno u otros aspirantes al gobierno de la ciudad, aunque resulte extraordinariamente esclarecedor de una forma de entender la vida el que haya quien valore la competencia del alcalde Saponi más por su forma de pedir que por su propia autodeterminación para actuar. Así que, nunca como ahora, en defensa de un estado vital de insatisfacción como fuente de realizaciones, tienen tanto sentido las palabras de Julio César: "Mientras quede algo por hacer, no habré hecho nada".

Porque no hay nada más pueril que la ciega alegría de quien con todo se contenta, esa vana ilusión de que el mundo es perfecto. Por supuesto no todos piensan lo mismo. Las encuestas dicen que somos un pueblo orgulloso de haberse conocido. Pero cuando se escarba se descubre que las respuestas caminan detrás de estereotipos, con conceptos de toda la vida que buscan no desestabilizar al propio yo.