Era un perro mestizo de pelaje negro y mirada triste. Como tantos otros había sido abandonado por sus dueños, se había convertido en un inmigrante ilegal: sin papeles, sin nombre, sin casa... Vagaba sin rumbo fijo por las calles de la barriada de Nuevo Cáceres cuando se topó con dos voluntarias de la Sociedad Protectora de Animales, que lo llevaron hasta las instalaciones que la organización tiene en Cáceres. Los trabajadores del centro se encontraron con un animal conflictivo --quizá había padecido demasiado-- y de trato difícil. Sin embargo, eso no impidió a los voluntarios de la protectora tratarlo con todo su amor. Bautizado con el nombre de Golfo, los mimos de los cuidadores pronto comenzaron a endulzar su carácter. El can se convirtió en uno de los perros más queridos de la asociación.

Pero el objetivo del centro es que la estancia de todos los perros sea temporal. Ellos se encargan de buscar familias de adopción o acogida para los perros y Golfo no iba a ser menos. Después de tres años viviendo bajo el amparo de la protectora unos alemanes se enamoraron de los ojitos de Golfo. De este modo, el abuelo de la perrera se convirtió en un emigrante español en Alemania, donde actualmente reside arropado por el amor y los cuidados que le dispensa su familia germana. Aquí en España dejó otra, la de los voluntarios de la protectora que ahora se consuelan mirando las últimas fotos que han recibido del can.

El caso de Golfo es solo uno de tantos de los que a diario se viven en la perrera municipal. En el último año los extranjeros, especialmente alemanes, holandeses y suizos, han adoptado más de un centenar de perros en Cáceres. Los voluntarios del centro recuerdan más de un caso similar al de Golfo. Africa, una de las mejores galgas que ha pasado por la perrera, Jaruco, un perro enorme y sin dientes, Malva... Todos ellos se convirtieron en perros emigrantes .